León XIV: «Los cristianos no pueden separar» el hecho de «seguir a Jesús» de «una conversión ecológica»
Durante la audiencia, además de llamar a la conversión ecológica, el Papa ha reconocido que «son muchas las personas que desean, a través de una relación más directa con la creación, una nueva armonía que los lleve más allá de tantas laceraciones»
El Papa ha aprovechado la celebración en Belém (Brasil) de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, conocida como COP30, para hablar en la catequesis de la audiencia general de «conversión ecológica» y de la importancia una «espiritualidad de la ecología integral», que encuentra su «fundamento» en «la muerte y resurrección de Jesús». Fuera de esta espiritualidad, «las palabras de la fe se quedan sin conexión con la realidad y las palabras de la ciencia se quedan fuera del corazón».
León XIV incluso ha asegurado que «los cristianos no pueden separar» el hecho de «seguir a Jesús» de «una conversión ecológica». Y no solo ha acudido a su antecesor, el Papa Francisco y su encíclica Laudato si para justificar su afirmación, sino que se ha trasladado hasta el momento mismo de la Resurrección de Cristo.
En aquel momento, María Magdalena está llorando a las puertas de la tumba y confunde a Jesús con el hortelano. «Termina así, en la paz del sábado y en la belleza de un jardín, la dramática lucha entre tinieblas y luz desatada con la traición, el arresto, el abandono, la condena, la humillación y el asesinato del Hijo», ha asegurado el Pontífice.

Conversión ecológica
La historia que termina en ese sepulcro labrado en medio de un huerto comenzó también en un jardín, tal y como ha advertido León XIV. El versículo 15 del capítulo 2 del Génesis dice que «el Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara». Por tanto, ha subrayado el Papa, «cultivar y custodiar el jardín es la tarea originaria que Jesús llevó a su término».
Ante esta realidad, el Pontífice ha asegurado que «¡María Magdalena entonces no se equivocó del todo, creyendo que encontraba al cuidador de la huerta!». Tal pasaje, «que empieza en el corazón y es espiritual, modifica la historia, nos compromete públicamente, activa solidaridad que desde ahora protegen personas y criaturas de las ansias de los lobos, en el nombre y fuerza del Ángel Pastor».

Escuchar el grito de los pobres
De esta forma, en la actualidad, «los hijos y las hijas de la iglesia pueden hoy encontrar millones de jóvenes y de otros hombres y mujeres de buena voluntad que han escuchado el grito de los pobres y de la tierra dejándose tocar el corazón». Son muchas también «las personas que desean, a través de una relación más directa con la creación, una nueva armonía que los lleve más allá de tantas laceraciones».
Y ha concluido: «El Espíritu nos dé la capacidad de escuchar la voz de quien no tiene voz. Veremos, entonces, lo que los ojos aún no ven: ese jardín, o paraíso, al que solo nos acercamos acogiendo y cumpliendo cada uno su propia tarea».