Como lema espiritual escogí estas palabras de la tercera epístola de san Juan: Colaborador de la verdad, ante todo porque me parecía que podían representar bien la continuidad entre mi tarea anterior y el nuevo cargo; porque, con todas las diferencias que se quieran, se trataba y se trata siempre de lo mismo: seguir la verdad, ponerse a su servicio. Y desde el momento en que en el mundo de hoy el argumento verdad ha casi desaparecido, porque parece demasiado grande para el hombre y, sin embargo, si no existe la verdad, todo se hunde. Éste lema episcopal me pareció que era el que estaba más en línea con nuestro tiempo, el más moderno, en el sentido bueno del término. Sobre el blasón de los obispos de Freising se encuentra, desde hace cerca de mil años, el moro coronado: no se sabe cuál es su significado. Para mí es la expresión de la universalidad de la Iglesia, que no conoce ninguna distinción de raza ni de clase, porque todos nosotros somos uno en Cristo.
+ Joseph Ratzinger
en Mi vida