Laudato si se convierte en un documental
En La carta, el Papa Francisco dialoga con personas de varios países cuyas vidas se han visto sacudidas por el cambio climático
El joven Bilial Seck mira con esperanza las aguas enturbiadas por el oleaje. Detrás de él solo quedan los edificios derruidos por el aumento del nivel del mar. Una víctima más de las violentas embestidas del cambio climático. Su relato amargo de cómo se hundió la barcaza en la que intentó abrazar un futuro mejor precede a un mensaje del Papa contra la indiferencia global frente al dolor ajeno. Así arranca el documental La carta, que ha llevado al lenguaje cinematográfico la encíclica Laudato si, publicada en 2015, en la que Francisco exhorta al mundo a liberarse del yugo de los poderes económicos y a gobernar a favor de la gente y de la tierra. El largometraje ha sido dirigido por Nicolas Brown, ganador del Óscar por la cinta Off the Fence (My Octopus Teacher), y está disponible de forma gratuita en el canal de YouTube Originals. El proyecto ha sido impulsado por el Vaticano a través del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y del Movimiento Laudato si’. «La mayor parte de las personas no van a ponerse nunca a leer una encíclica; por eso teníamos que llegar a ellas por otros medios. Pretendíamos contar esta historia desde las periferias, con un diálogo entre diferentes voces, que hablan con el Papa y que se juntan para alcanzar un objetivo común», apunta Lorna Gold, presidenta del Consejo de Administración del último organismo.
La película cuenta la historia del viaje a Roma de diversos líderes, comprometidos en primera línea con el cuidado de la casa común, para dialogar sobre la encíclica Laudato si con el Papa. Odair Dadá Borari, líder indígena del Amazonas, habla «en nombre de la selva» para pedir a los líderes políticos que se comprometan para «salvar el pulmón del planeta, que está pidiendo auxilio». «La destrucción ha comenzado también en otros sitios», advierte.
Del mismo modo, critica que el Gobierno de Brasil, encabezado por Jair Bolsonaro, haya usado la foresta amazónica para fines lucrativos. «La visión de que la Amazonia es un gran negocio la está destruyendo. Pero ahora la población indígena se ha unido para concienciar de la importancia de cuidar nuestro bosque. Nosotros no pensamos de manera individual, estamos preocupados por la vida de los niños y de la selva; sabemos que dependemos de la naturaleza y que ella depende de nosotros».
El senegalés Arouna Kandé es la voz de todos los desplazados climáticos del mundo, que, según las previsiones de la ONU, llegarán a 216 millones en 2050. «Tuve que dejarlo todo y mudarme al norte de mi país, porque donde yo vivía la tierra se había vuelto árida; no había árboles y había demasiada pobreza. Los jóvenes en Senegal hemos sido abandonados por el Gobierno, los políticos e incluso por nuestros padres».
Por la pantalla serpentean las imágenes de arrecifes de coral asfixiados por el aumento de la temperatura del mar, de la tierra yerma donde antes había un cultivo, o del humo contaminante que sale disparado de las centrales como conceptos solo en apariencia distantes. «Creo que el Papa es una autoridad moral y su mensaje es muy importante para la humanidad, porque conciencia y advierte de los problemas que arrastra el cambio climático», asegura Kandé. Además de Kandé y Dadá Borari, también aparecen Ridhima, una joven activista adolescente de la India, y Robin y Greg, una pareja de científicos de Hawái (Estados Unidos).
El cardenal franciscano Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia desde 1980, ofrece una perspectiva única para entender las antiguas raíces franciscanas que cimentan el mensaje de la encíclica Laudato si. Hoesung Lee, presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), consideró La carta un ejemplo «de la alianza entre la ciencia y la fe».