Las vacaciones no son «pretexto para la explotación»
«El turismo sostenible como instrumento de desarrollo» es el nombre del documento difundido este martes por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral y firmado por el cardenal Peter Turkson. La carta prepara a los fieles de cara a la Jornada Mundial del Turismo, que se celebrará el próximo 27 de septiembre en el marco del Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo. Es la primera vez que el recién estrenado dicasterio publica este mensaje, en el que piden a los católicos que no tomen el tiempo de vacaciones como «pretexto para la irresponsabilidad o la explotación»
Según el Barómetro de la Organización Mundial del Turismo (OMT) de 2016, cada año se mueven 1.235 millones de personas con el objetivo de hacer turismo. A nivel mundial, el sector representa el 10 % del PIB y el 7 % del total de las exportaciones; además, genera uno de cada once puestos de trabajo.
Para el dicasterio vaticano, «el turismo puede ser un instrumento importante para el crecimiento y la lucha contra la pobreza». Además, en el marco del Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, la carta añade que «debe ser responsable, no destructivo ni perjudicial para el ambiente ni para el contexto sociocultural sobre el que incide, particularmente respetuoso con la poblaciones y su patrimonio, orientado a la salvaguardia de la dignidad personal y de los derechos laborales, al tiempo que atento a las personas más desfavorecidas y vulnerables». El turismo sostenible es, también, «un instrumento de desarrollo para las economías en dificultad si se convierte en vehículo de nuevas oportunidades, y no en fuente de problemas».
El tiempo de vacaciones no puede ser «pretexto ni para la irresponsabilidad ni para la explotación: es más, éste es un tiempo noble, en el que cada uno puede enriquecer su propia vida y la de los demás», advierten desde la Santa Sede. Este año internacional se presenta como «una oportunidad para favorecer políticas adecuadas por parte de los gobiernos así como buenas prácticas por parte de las empresas del sector, y para sensibilizar a los consumidores y a las poblaciones locales, poniendo de manifiesto cómo una concepción integral del turismo puede contribuir a un auténtico desarrollo sostenible».
En esta línea, se debe promover «la sostenibilidad ecológica, que procura no modificar los ecosistemas; la sostenibilidad social, que se desarrolla en armonía con la comunidad que acoge, y la sostenibilidad económica, que impulsa un crecimiento inclusivo».
El papel de los cristianos
Los cristianos «queremos ofrecer nuestra contribución para que el turismo pueda ayudar al desarrollo de los pueblos, especialmente de los más desfavorecidos», afirma Turkson en el texto. «El ser humano no actúa como dueño, sino como administrador responsable», y además, «al reconocernos como hermanos, comprenderemos el principio de gratuidad y la lógica del don, y nuestros deberes de solidaridad, justicia y caridad universal».
En este punto el documento invita a la reflexión: «¿En qué modo estos principios pueden conformar el desarrollo del turismo? ¿Qué consecuencias se derivan para los turistas, los emprendedores, los trabajadores, los gobernantes y las comunidades locales?» y pide a los implicados que promuevan «prácticas en esta línea, acompañando comportamientos y cambios en los estilos de vida hacía un nuevo modo de situarse en relación con el otro».
La Iglesia está ofreciendo su propia contribución «promoviendo iniciativas que ponen realmente el turismo al servicio del desarrollo integral de la persona» que se concreta en proyectos de turismo de comunidad, de cooperación o de solidaridad, así como en la valoración de su importante patrimonio artístico.