Las recomendaciones de Juan XXIII a Albino Luciani. Los obispos no somos los dueños de la Iglesia - Alfa y Omega

Las recomendaciones de Juan XXIII a Albino Luciani. Los obispos no somos los dueños de la Iglesia

Pocos días antes de ser consagrado obispo de Vittorio Veneto, Albino Luciani, que más tarde llegaría a la sede de Pedro con el nombre de Juan Pablo I, fue recibido por Juan XXIII en audiencia privada. El 21 de diciembre de 1958, sentados frente a frente, el Papa bueno iría explicando al futuro Papa de la sonrisa cómo debe ser un buen obispo. El diario Avvenire ha publicado las notas inéditas que guardó el nuevo obispo de aquel encuentro, y las recomendaciones que le dio el Santo Padre

Redacción
Juan Pablo I, cuando era Patriarca de Venecia.

11:35 Ante el Papa: genuflexión, el anillo, el beso fraterno. Después de sentarnos, me dice: «Reverendo, usted rezará por mí y yo rezaré por usted». Me conocía, después de haber oído hablar de mí. Tampoco él esperaba haber sido elegido Papa, pero había aceptado con sencillez lo que parecía la voluntad de Dios. La Providencia lo había ido llevando hacia arriba continuamente, aunque él no lo deseara ni lo buscara. En 1904, poco después de haber sido ordenado sacerdote, la Providencia le había llevado a un capítulo de la Imitación de Cristo, que recita de memoria: Cuatro cosas que causan gran paz: Procura, hijo, hacer antes la voluntad de otro que la tuya. Escoge siempre tener menos que más. Busca siempre el lugar más bajo, y está sujeto a todos. Desea siempre, y ruega que se cumpla enteramente la voluntad de Dios. «Desde entonces, he buscado poner por obra estos cuatro puntos, y me he encontrado bien, tanto en la alegría como en el dolor», me dice. Es cierto; él se ha dejado guiar verdaderamente por la voluntad de Dios. No ha buscado el éxito ni la grandeza, y ha tenido mucha dulzura y paciencia.

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Para hacer entender las grandes ideas, las palabras difíciles se olvidan al momento; son más eficaces las palabras sencillas. Hablar con sencillez, hablar claro, iluminar, iluminar… Limitarse no sólo a creer, sino estar unido a Cristo.

El Beato Papa Juan XXIII, que también lo fue.

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Pocas páginas más adelante, Albino Luciani anota sus reflexiones: ¿Jefes duros y dominadores? Es justo lo contrario de lo que Dios quiere. Si Él ha dado algún poder, al mismo tiempo ha explicado repetidamente el modo y el estilo con el que ese poder deber ser ejercido. Los Apóstoles habían discutido por el camino por un deseo de grandeza; Cristo llama a un chiquillo, lo pone en medio de ellos… Querer bien al prójimo, a las almas, compartir, ayudar, soportar, perdonar –un programa confiado a nosotros, obispos–; un amor al prójimo que se concilia con el verdadero amor a Dios… Me gustaría ser un obispo maestro y servidor. El obispo pide al Señor no sólo el poder enseñar, sino también el poder preceder con el ejemplo. Abajarse. Elegir la humildad sin abandonarla nunca y sin dejarse influenciar por alabanzas o temores. No jactarse de la propia autoridad. Es el retrato de Cristo: No he venido a ser servido, sino a servir… No programo hacer conquista alguna. ¿Conquistar? No somos los dueños de la Iglesia. La vida de los obispos es una cruz: por eso la llevan lisa, sin crucificado. Deben extenderse sobre ella; hay Uno que los bendecirá: el Señor.