Las monjas que fabrican las Hostias para comulgar en Corpus
Las canónigas regulares de Valencia son todas filipinas salvo una india, pero se atreven a hacer paella. Elaboran formas desde que empezaron a faltar las pensiones
Hace unos años, a las canónigas regulares de San Agustín, de Valencia, les bastaba con la pensión de sus monjas mayores y lo que daban la huerta y la venta de rosarios y cruces para subsistir. Sin embargo, el fallecimiento de varias de ellas acabó con su principal fuente de ingresos y tuvieron que reunirse para decidir a qué dedicarse. Coincidió por esas fechas que las carmelitas de Puzol tenían que dejar de fabricar formas para la Eucaristía, porque ya estaban mayores, y les ofrecieron las máquinas que habían usado durante años.
«Fue providencial», atestigua la madre Cristina Barlizo, priora de las canónigas de Valencia. En 2021, las propias carmelitas fueron hasta su monasterio para enseñarles a usarlas y desde entonces no han dejado de fabricar miles y miles de formas que distribuyen por toda la provincia y hasta en algunas parroquias de Madrid. Quizá con alguna de ellas hayamos comulgado o lo haremos en estos días en que se celebra la fiesta del Corpus Christi.
En el monasterio de San Cristóbal de Valencia viven hoy cinco monjas, cuatro filipinas y una india, aunque la semana que viene se incorporarán a la comunidad otras dos hermanas procedentes del monasterio que la orden tiene en Filipinas. «Seguramente en el futuro vengan más monjas de allí, porque en España lamentablemente no tenemos vocaciones», dice la priora.
Pero lejos de constituir una especie de gueto, «nosotras siempre nos adaptamos al lugar donde vivimos. Entre nosotras hablamos en español y hasta nos hemos atrevido varias veces con la paella», ríe madre Cristina. Por eso, aun a pesar de su clausura tienen una ventana abierta al exterior para recibir las peticiones de oración que les llegan de los vecinos del barrio. Es más, la priora cuenta que «cuando estamos rezando y suena el teléfono no dudamos en levantarnos para responder, porque a lo mejor está llamando alguien que necesita nuestra intercesión en ese momento».
El origen de su orden se remonta a las primitivas vírgenes de la Iglesia, por lo que no tienen ni fundador ni fundadora, sino solo documentos que testimonian su presencia en la Iglesia desde muy antiguo. En el siglo IV asumieron la regla de san Agustín, y algunos siglos más tarde el rey Jaime I de Aragón las llamó a custodiar el monasterio de San Cristóbal. Así, las monjas, a quienes todos en Valencia conocen con el nombre de canonesas, vivieron en la céntrica calle del Mar durante varios siglos, hasta que a finales del siglo XIX se mudaron a otro edificio en el margen izquierdo del Turia. Allí son capaces de fabricar en un solo día cerca de 20.000 formas. «Hacemos algo muy sagrado y nos llena de alegría saber que hay muchos que reciben al Señor gracias a nuestra labor», concluye la priora.
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INGREDIENTES
- Cinco kilos de harina
- Diez litros de agua
PREPARACIÓN
Mezclamos la harina y el agua con una batidora, y colamos el resultado por si la harina no estuviera bien limpia. Vertemos la mezcla en una máquina especial con una plancha rectangular calentada a 160ºC hasta que se haga una placa sólida y estamos pendientes de sacarla antes de que se queme. Después la pasamos de cinco a seis horas por una máquina humidificadora, para que al cortar las formas no se agriete ni se quiebre la oblea. Ahora ya sí, la sacamos y la cortamos en la troqueladora según el tamaño que queramos dar a las formas.