Las Iglesias de Jerusalén piden «autocontrol» a israelíes y palestinos
Francisco implora «una sincera búsqueda de la paz» en medio de la nueva espiral de violencia
El Papa se ha unido al clamor por la paz de la Iglesia en Tierra Santa en medio del polvorín que es ahora mismo la tierra de Jesús tras los últimos acontecimientos violentos que han teñido de sangre especialmente la Ciudad Santa.
Después del rezo del ángelus de este domingo, Francisco ha lamentado la muerte de los diez palestinos asesinados por el Ejército israelí en su incursión del jueves en Yenín, entre ellos una anciana, en lo que Israel definió como una operación antiterrorista para desarticular un comando del movimiento Yihad Islámica. También el Santo Padre ha mostrado su pesar por el atentado contra la sinagoga de Jerusalén del viernes por la noche. Un continuo intercambio de violencia que parece no tener fin: «La espiral de muerte que se acrecienta día a día no hace más que cerrar los pocos resquicios de confianza que existen entre los dos pueblos. Desde principios de año, decenas de palestinos han muerto en tiroteos por el Ejército israelí. Hago un llamamiento a los dos gobiernos y a la comunidad internacional para que encuentren, de inmediato y sin demora, otros caminos que incluyan el diálogo y la búsqueda sincera de la paz».
Por su parte, los patriarcas y jefes de las Iglesias de Jerusalén han pedido a israelíes y palestinos «autocontrol»: «Llevamos tiempo advirtiendo de que esta violencia sin sentido que solo causaría daño y sufrimiento a todos. Esta situación provocará más desgracia y dolor y nos alejará de la tan buscada paz y estabilidad que todos anhelamos».
Los líderes de las Iglesias también han llamado a los representantes políticos y sociales a no fomentar la crispación en sus respectivas comunidades: «Todos deben trabajar juntos para calmar las tensiones actuales y poner en marcha un proceso político basado en la justicia, que traerá paz y prosperidad para todos. De acuerdo con esto, en estos tiempos tan difíciles, llamamos a todas las partes a respetar la fe de los demás y todos los lugares sagrados y de culto».
El de la sinagoga Ateret Avraham ha sido el peor atentado terrorista sufrido en Jerusalén en más de una década. Khaire Alkam, palestino de 21 años con antecedentes penales, disparó la tarde del viernes a un grupo de judíos a las puertas de una sinagoga. Asesinó en instantes a siete personas. Residente del campo de refugiados de Shuafat, según la prensa local, su abuelo fue asesinado por un colono hace años. Después de perpetrar los crímenes y tras una breve persecución policial, el atacante fue asesinado por la Policía. Solo horas después, un niño de tan solo 13 años emulaba esta acción de Alkam y la emprendía a tiros contra dos israelíes, padre e hijo, que se dirigían al Muro de las Lamentaciones. Posteriormente, el niño palestino fue alcanzado por disparos de civiles armados. Resultó herido y se encuentra bajo custodia policial.
Desde que se produjo el ataque al templo Ateret Avraham, situado en un barrio ocupado de Jerusalén Este, la Policía ha peinado la ciudad y ha detenido a 42 personas presuntamente relacionadas con el atentado. El Gobierno israelí ha revocado además los derechos de las familias «de los que apoyan el terrorismo», según ha comunicado el Ejecutivo de Netanyahu, cuya prioridad ahora es cancelar los derechos de los palestinos que hayan delinquido. De momento, ya han sellado la casa del atacante de la sinagoga. Otra de las medidas que desea implementar el Gobierno es facilitar el acceso a las armas de los civiles israelíes.
Estos ataques en Jerusalén y Yenín constituyen un cruento episodio más del interminable conflicto entre israelíes y palestinos y que, en lo que llevamos de 2023, se han llevado por delante la vida de 32 palestinos y nueve israelíes.