Las Iglesias de Irlanda piden proteger «nuestra frágil paz» frente a los disturbios
El Grupo de Iglesias Irlandesas pide una «renovada generosidad» para buscar soluciones a las consecuencias del Brexit con la implicación de Irlanda, el Reino Unido y la UE
Las cuatro principales iglesias presentes en Irlanda del Norte han expresado la «frustración» de las comunidades cristianas afectadas por los disturbios de las últimas semanas. «Otra generación de jóvenes» está arriesgando «su vida y su futuro» porque se han ignorado «las repetidas advertencias sobre la necesidad de tratar con cuidado nuestra frágil paz».
En un comunicado hecho público el martes, el Grupo de Iglesias Irlandesas lamenta la «horrorosa» violencia contra la Policía, que ha terminado con 88 agentes heridos. «Hemos visto a gente con miedo a salir de casa, a otros en riesgo de sufrir violencia mientras trabajaban, y a jóvenes» que se sienten decepcionados «y sin esperanza para el futuro». Estas tensiones han «minado» la gran labor que se estaba haciendo sobre el terreno, y «la confianza se ha desplomado».
La violencia callejera comenzó el 29 de marzo en zonas protestantes-unionistas de la capital, pero sus provocaciones hicieron que en los días siguientes se extendiera a barrios católicos-nacionalistas. En algunas de las zonas unionistas más afectadas aparecieron carteles pidiendo que no hubiera protestas durante los días de luto oficial por la muerte del duque de Edimburgo. Pero EFE informa de que al mismo tiempo se prometía reanudarlas al terminar este periodo, el sábado 17 de abril.
Causas «complejas y enraizadas»
Los autores del llamamiento (los primados católico y anglicano de Irlanda, junto con los responsables de la Iglesia presbiteriana y metodista en la isla) atribuyen los disturbios a causas «complejas y en algunos aspectos profundamente enraizadas». El Protocolo entre Irlanda del Norte e Irlanda acordados durante el Brexit, reconocen, «presenta muchos desafíos para el flujo del comercio y también de buena voluntad» entre las islas.
Algunos «eran predecibles y se pudo hacer planes para mitigarlos al menos en parte». Pero otras consecuencias, políticas, «son más difíciles de abordar porque están ligadas a grandes cuestiones del comercio mundial y la soberanía». Como consecuencia de los esfuerzos para que la salida del Reino Unido de la UE no dañara la interdependencia económica entre Irlanda e Irlanda del Norte, muchos aspectos como el control aduanero se trasladaron a los bienes que circulan entre el Ulster y Gran Bretaña. Para los unionistas esto supone una medida inaceptable, lo que unido a las dificultades sociales y económicas de la coyuntura actual ha generado un gran descontento.
«La única forma en la que se podrán manejar de forma constructiva» para Irlanda del Norte y con posibilidades de éxito, subrayan los líderes cristianos, «es si todo el Ejecutivo de Irlanda del Norte se dirige a la Unión Europea, incluido el Gobierno irlandés, y al Gobierno del Reino Unido para defender la protección del bien común» en toda la región. Desarrollar este enfoque «requerirá una renovada generosidad de espíritu por parte de los líderes políticos» en todo el espectro ideológico. Por ello, «hacemos un llamamiento» para que «se unan en una respuesta unificada» y «renueven su compromiso con la paz, la reconciliación y la protección de los más vulnerables».
«Persistente desigualdad»
En este sentido, critican «los niveles persistentes de desigualdad socioeconómica en las áreas más duramente afectadas por la violencia, más de dos décadas después». Esto exige «una atención más sostenida y una intervención significativa de los líderes políticos». Piden además que se tenga más en cuenta a todas las entidades de la sociedad civil como «medida preventiva», más que como alguien a quien recurrir para una «respuesta de emergencia».
Los buenos resultados alcanzados por los Acuerdos de Viernes Santo en 1998 son, para el Grupo de Iglesias Irlandesas, un signo de esperanza que «nos recuerdan que nuestros problemas actuales no son insuperables». Pero también enseñan que «los desafíos solo pueden afrontarse si los líderes políticos se juntan con un deseo genuino de encontrar soluciones» que satisfagan las necesidades y preocupaciones legítimas del otro tanto como las propias y reconozcan «nuestra interdependencia en estas islas» y, como consecuencia, «la responsabilidad de respetar todas las identidades».