Las historias mínimas cuentan la guerra - Alfa y Omega

Las historias mínimas cuentan la guerra

La vida en una maleta es la exposición que acoge el Museo Misiones Salesianas para dar a conocer las pequeñas historias de Ucrania, esas que realmente forman la gran historia

Cristina Sánchez Aguilar
Refugiados en la estación de tren de Przemsysl (Polonia). Foto: Olmo Calvo.

El conflicto ucraniano ya ocupó el pasado fin de semana el minuto 22 en uno de los grandes telediarios de la televisión española. Desde la perspectiva más geopolítica que humana. Lejos quedan las imágenes de esas madres y sus hijos cruzando fronteras. De los ancianos atrapados en búnkeres. Por eso, el Museo Misiones Salesianas de Madrid quiere proponer a los visitantes que no se olviden de las personas con nombres y apellidos que, con sus historias mínimas, conforman la gran historia. Como la de Lyudmila y Nikolai, de 75 y 82 años respectivamente. Habitantes de Odesa. Posan frente a la cámara y la mirada del fotoperiodista Edu León, coordinador de la exposición, en un antiguo resort de Moldavia. Los dueños de este complejo turístico cerraron durante la pandemia y, dos días después de su anhelada apertura, comenzaron a llegar refugiados ucranianos al país. «Los responsables de este lugar, que no reciben ninguna ayuda, priorizaron reconvertirse en un albergue y acoger a quien lo necesitara», explica León. En la foto ella llora. Habla de su sobrino, que ha muerto durante la invasión rusa y cuyo cadáver no han podido recoger. «Después de esa foto hubo un beso. Llevan 55 años juntos, y son de esas personas en las que ves la paz en sus ojos, la paz de quienes han sido buenos en su vida». Lyudmila y Nikolai son, para el fotoperiodista, «el símbolo del amor en medio de la guerra, de cómo la vida es también muerte, y llanto y risa».

Lyudmila es consolada por su esposo, Nikolai, al recordar a su sobrino muerto en la guerra. Foto: Edu León.

Nikolai ya supo, desde niño, qué era la muerte. En la Segunda Guerra Mundial él tenía 3 años. Un día, los aviones alemanes atacaron su pueblo y su familia y vecinos se tiraron al suelo para protegerse. Cuando cesó el ataque, todos se levantaron de suelo para volver a su vida. Todos menos su madre, que tenía tres disparos en el pecho. «Mucha gente que combatió con el Ejército ruso en la guerra ahora es atacada por ese mismo país», constata León, que alaba el sistema de acogida de refugiados de Moldavia y Polonia, pero pone una objeción: «No se sabe mucho esto, pero se ha clasificado a los refugiados. Hay albergues para gente con mayor poder adquisitivo y otros para los que menos, y también hay separación por origen étnico. Por ejemplo, hay uno solo de gitanos ucranianos».

María, de 22 años, llega con su perro Honey a Rumanía desde Chernihiv. Foto: Ioana Moldovan.

Ioana Moldovan es rumana. Ella lleva documentando el conflicto en Ucrania desde 2013, cuando comenzó la revuelta de Maidan. Desde febrero, «supe que tenía que documentar la situación de alguna manera, y decidí hacerlo cubriendo la afluencia de refugiados que llegaban a mi propio país», explica. Durante semanas estuvo en diferentes pasos fronterizos, como Siret o Isaccea. Ioana nos presenta otra historia mínima, la de María, de 22 años. Llegó a Rumanía desde Chernihiv con su perro Honey. «Me impresionó la gran cantidad de personas que viajaban con sus mascotas», recuerda. «Se necesita una forma especial de coraje para empaquetar toda tu vida en una maleta y huir de tu hogar para salvar tu vida, la de tus hijos, la de tu perro. Me impresionó su audacia y su fuerza. Y su creencia, no solo esperanza, de que su país, al final, saldrá victorioso». Moldovan asegura que es fundamental que «el público vea lo que está pasando y comprenda la magnitud de la situación, y, a la vez, tener cuidado con nuestro propio impacto, como periodistas, en las personas que documentamos. Debemos contar su historia, pero con cuidado y respeto, sin causarles más daño».

Nikita y Vika acuden al refugio del hospital infantil con su hija Uliana al sonar las sirenas que alertan del riesgo de bombardeo en Odesa. Foto: Bruno Thevenin.

Su trabajo, junto con el de Edu León, Olmo Calvo y Bruno Thevenin, podrá verse desde este jueves, 19 de mayo, hasta el 31 de octubre en la calle Lisboa 4 de Madrid, en la exposición La vida en una maleta. También se podrán escuchar testimonios directos de protagonistas de esta gran historia de terror y muerte que es la guerra.