Las enseñanzas del Jubileo de la esperanza
Pasado el tiempo de lo extraordinario, toca potenciar la vida ordinaria de los grupos, asentando las llamadas que el Espíritu ha hecho
Después de haber vivido el Jubileo dedicado a la esperanza, en el mes de agosto en Roma y recientemente en la catedral de la Almudena, en Madrid, junto a las diócesis de Getafe y Alcalá, comenzamos un tiempo pastoral de vida ordinaria, en el que las experiencias vividas y los aprendizajes hechos tienen que asentarse en el día a día personal y comunitario.
Nos sentimos agradecidos por la red de relaciones, de comunión y de responsabilidades compartidas entre parroquias, movimientos, asociaciones y los equipos de la Delegación de Jóvenes; así como por el gran número de sacerdotes, seminaristas y vida consagrada que sostienen y acompañan esa red. La gracia del año jubilar está precisamente en esa trama de vida tejida en cada Eucaristía y en la riqueza de la diversidad de dones, talentos, tiempo, esfuerzos, puestos al servicio de lo común.
Percibimos en muchos jóvenes la fuerza del Espíritu y la necesidad de sentirse parte de una comunidad. Hay otros en búsqueda de un lugar donde anclar su vida y encontrar respuesta a sus inquietudes. Por eso, pasado el tiempo de lo extraordinario, toca potenciar la vida ordinaria de los grupos, de las catequesis, de los espacios de formación, silencio y oración, procurando asentar los aprendizajes y las llamadas que el Espíritu ha hecho como Iglesia joven que peregrina en Madrid.
Los adolescentes esperan más
Uno de los aprendizajes de este tiempo es la importancia de crear espacios, procesos y propuestas especialmente pensados para los adolescentes. Son quienes manifiestan en sus vidas las transformaciones culturales y el impacto de lo digital, en medio de sus propios cambios, miedos, deseos e incomprensiones. Necesitamos preparar más y con buena formación y recursos monitores y acompañantes que puedan colaborar en parroquias y en colegios con una actitud misionera capaz de despertar el corazón de quien está en esta etapa tan importante.
Buscan comunidad
En el otro polo están los jóvenes adultos, muchos de ellos con años de participación y servicio, pero que han quedado sin experiencias comunitarias. Algunos han expresado la necesidad de vivir la fe con otros cercanos en realidad vital. Muchos permanecen solteros o están de novios, han cambiado de lugar de vida o no encuentran en su parroquia de siempre espacios. El curso pasado, atentos a estas situaciones, se inició el grupo Vive, queriendo dar respuesta a través de compartir la Palabra, la vida, y profundizar en algunos aspectos de la fe. Es una experiencia incipiente que puede crecer.
La fe no se oculta
Otro aprendizaje jubilar es la alegría de vivir la fe sin tapujos en todos los espacios de la vida, con naturalidad y sin complejos, y descubrir que es bienvenida y hasta recibida. Se percibe un leve despertar al sentir religioso en varios sectores de la sociedad: universitarios, músicos, deportistas. Según las últimas encuestas del CIS se detecta un leve repunte de la práctica religiosa; pensadores como Byung-Chul Han describen en sus últimas obras un acercamiento social a la necesidad de Dios; también el Festival de San Sebastián premió con la Concha de Oro la película Los domingos, que trata sobre la emergencia de una vocación contemplativa en el seno de una familia contemporánea. La pastoral se renueva en el día a día, con la mirada atenta a la presencia de Dios en la realidad.