Las cuatro pruebas de la resurrección de Jesús - Alfa y Omega

Las cuatro pruebas de la resurrección de Jesús

El investigador Laureano Benítez ofrece las conclusiones de su trabajo en Resurrectio

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: EFE / Abir Sultan.

«Jesús resucitó hace dos mil años, y sigue vivo entre nosotros»: Laureano Benítez es un investigador español que se ha dedicado en los últimos años a estudiar todo lo relacionado con la muerte y con la resurrección de Cristo. Fruto de ello son sus libros Crucifixio y Resurrectio, ambos en la editorial Sekotia, en los que aporta datos que prueban lo sucedido durante la pasión y la resurrección del Señor.

«La resurrección fue un hecho real avalado por datos históricos y científicos», afirma. Este jueves ofrece sus conclusiones en una conferencia en el Foro Juan Pablo II, de la parroquia de la Concepción de Nuestra Señora, en Madrid, a las 20 horas. Además de aportar pruebas que desmienten las «teorías descabelladas acerca del final de la vida terrena de Jesús –que no murió en la Cruz, que su tumba está en Cachemira…–», Laureano Benítez ofrece cuatro evidencias que demuestran la resurrección como un hecho cierto.

«La primera de ellas es el sepulcro vacío. Los mismos evangelios afirman que los judíos difundieron el bulo de que sus discípulos habían robado el cuerpo, lo cual evidencia de manera clara que el sepulcro estaba vacío y que este hecho estaba aceptado por todos, no lo negaba nadie», señala.

Además, «está la Sábana Santa. Algo le pasó al cadáver para que recibiera la impresión que muestra. Ahí hay una radiación extraña que se puede asociar con la resurrección. Y además, que la resurrección fue la de Jesús, no la de otra persona, al cotejar los datos que dan los evangelios sobre la pasión con las heridas que aparecen en el lienzo».

Junto a ello, «tenemos el cambio experimentado por los Apóstoles, un grupo de timoratos que de repente se lanza a comunicar al mundo la buena noticia de Jesús, hasta el punto de dar su vida. Algo muy fuerte les tuvo que pasar para que actuaran así».

Por último, hay que añadir «el triunfo de la Iglesia, que después de 2.000 años sigue aquí, señal que hay un energía viviente dentro de ella, un ser viviente que le da impulso».

Todas las evidencias muestran que Jesús resucitó, «y además sigue vivo, entre nosotros. Tantos mártires de ayer y de hoy lo prueban también. Jesús está vivo, y sigue con nosotros hasta el fin del mundo, una fuerza que vive dentro de cada uno por la gracia, una persona que lucha en nosotros contra las dificultades, contra el pecado. No es algo del pasado, es Alguien que vive con nosotros hoy».