Las colonias de verano «ponen en práctica el Evangelio»
En estos tiempos de pandemia, Dios se manifiesta con su ternura a través de los niños de una manera especial. Y por ello, a pesar de todo, este año podrán compartir con sus amigos sus esperadas colonias urbanas
El confinamiento causado por el COVID-19 ha puesto a los niños a prueba. Esta vez, más que nunca. Pero los más jóvenes aún están a tiempo de volver a divertirse en esos lugares inolvidables que guardan en su memoria… «Las colonias son una oportunidad fantástica para conocer a gente de un montón de sitios, para divertirse y, sobre todo, para hacer amigos». Lo cuenta Álex, un chico madrileño de la parroquia San Bartolomé Apóstol, de Fresnedillas de la Oliva. Tiene 12 años y, junto a su prima Sofía, es la cuarta vez que participa en este encuentro: «Desde la primera vez que fui, mis padres están encantados, porque dicen que allí aprendí a comer bien, a hacer la cama en condiciones, a convivir mejor… Y, además, ¡hasta me enseñaron a ser monaguillo!».
Cáritas Diocesana de Madrid conoce, a la perfección, las principales características de este modelo de convivencia, que empezó como movimiento sanitario y regenerador en el verano de 1876, de la mano de un pastor evangélico suizo llamado Walter Bion. «Hemos organizado 15 colonias y campamentos, para niños de 6 a 12 años, con la intención de dar respuesta a las familias que necesitan reforzar el tema educativo», revela Pilar Algarate, responsable de voluntariado e información. De esta manera, la educación es el tema central, junto al ocio y al tiempo libre.
«¡Jesús nos tenía preparada esta sorpresa!»
«Llevamos a cabo los encuentros bajo condiciones de higiene exhaustivas y en un entorno seguro», reconoce Algarate. En cuanto al perfil, «acuden niños de las familias que están en procesos de acompañamiento en Cáritas Diocesana de Madrid y aquellas que requieren de este servicio».
Tania, que acaba de pasar a 4º de Primaria, participa por segunda vez en la colonia de Cáritas: «A mí lo que más me gustan son las veladas de la noche. Antes de empezar, nos tiramos dos semanas sin parar de hablar de ello por un grupo que hicimos solo para esta colonia. Hemos venido tres, y estoy deseando hacer nuevas amigas». Y tras su primer testimonio, revela el regalo más grande: «Pensaba que este año no podría venir, ¡pero Jesús nos tenía preparada esta sorpresa! Y estoy muy, muy contenta».
Son muchos los lugares que pueden disfrutar de estos días tan llenos de Dios y donde la Iglesia se hace hogar, auxilio y madre. «Este año se quiere ofrecer una experiencia de voluntariado y fe compartida», ayudando a los niños a «abrir los ojos» para «conocer las diferentes situaciones del entorno del barrio bilbaíno de San Francisco». Es la voz de Marije Calvo, religiosa pasionista y una de las organizadoras de las colonias urbanas que ha puesto en marcha Cáritas Diocesana de Bilbao.
«Ofrecemos a las familias un espacio más de ocio y tiempo libre seguro para los niños», sostiene Calvo. A la ya tradicional colonia de San Francisco (que ponen en marcha Cáritas y las Hermanas Pasionistas), se han añadido las colonias de Otxarkoaga y Tximeleta. «El programa consiste en acompañar a los niños y niñas por las mañanas y las tardes, junto a un grupo de doce voluntarias y coordinadoras por aquellas zonas».
Estas colonias, tal y como señala la religiosa, «con todos los colectivos y situaciones que reúnen, nos dan la posibilidad de poner en práctica el Evangelio».