Las bombas siguen achicando lodo en la zona cero de la DANA
Miles de ascensores siguen parados tras la riada. Desde las Escuelas San José están ultimando un proyecto para formar a técnicos que los vuelvan a hacer funcionar
El reportaje con motivo del quinto aniversario de mes de la DANA debe empezar igual que como comenzó el artículo que Alfa y Omega sacó cuando se cumplieron tres meses de la riada. Ahora, como entonces, sigue siendo necesario advertir de que las labores de limpieza aún no han acabado. «Ya no se ve el barro, pero todavía quedan garajes anegados por el agua», explica Francisco Roca, director de Ciclos Formativos de las Escuelas San José, una iniciativa de los jesuitas situada en Valencia. El responsable habla de un 3 % de los garajes inundados y achaca la situación a la falta de medios.
Los que ellos mismos pusieron sobre el terreno, entre los que destaca un conjunto de bombas de achique, «siguen en activo», asegura Juanjo Pedrón, que hizo de coordinador para el desembarco de estos recursos en la zona de Paiporta. El centro se encargó del transporte logístico y de la instalación, que fue realizada por un grupo de docentes. «Peinamos la zona para conocer las necesidades y, a partir de ahí, determinamos el lugar de la colocación de cada bomba». Habitualmente eran garajes o fosos de ascensores. «Una vez instaladas, una persona se quedaba de responsable en el lugar». A medida que terminaban de vaciar la zona, las iban trasladando a otros lugares, hasta hoy.
Junto con las bombas, las Escuelas San José también colaboraron en la puesta a punto de una residencia para los equipos de emergencias y en la preparación de cuadros eléctricos para reactivar los equipos de bombeo de agua potable. «Los preparábamos aquí con los alumnos de FP de Electricidad y los mandábamos a las comunidades de propietarios para su instalación», relata Pedrón.
Los estudiantes incluso pudieron intervenir en las zonas afectadas gracias al programa Escuela-Empresa, coordinado por José Puente. En conversación con Alfa y Omega cuenta en qué consiste: «En los ciclos de FP siempre hay una parte de prácticas en empresas. “¿Por qué no hacerlas en algunas de las empresas afectadas por la tromba de agua?”», pensaron entonces. No encontraron ningún argumento en contra, «así que solicitamos a la consejería oportuna autorización para adelantar las prácticas de nuestros alumnos y que pudieran hacerlas en estas circunstancias». Según Puente, la autorización de la Administración llegó de forma casi inmediata. «A partir de ahí, contactamos con varias empresas que necesitaban ayuda y les ofrecimos a nuestros alumnos esta posibilidad». La idea fue muy bien acogida entre los estudiantes, quienes pudieron dedicar 120 horas a restaurar el tejido empresarial de la zona. «Los chicos no solo pudieron poner en práctica sus conocimientos, sino que además se dieron cuenta de que, con su formación, uno se puede poner al servicio de los demás», concluye Puente.
Dos de los que participaron fueron Antonio y Domingo Llopis, gemelos de 45 años, que recalaron en dos empresas de inyección de plásticos en Paiporta. «Donde yo estuve, el agua había alcanzado un metro y medio y causó un gran destrozo», asegura Antonio, cuya labor fue colaborar en las tareas de limpieza y en la puesta a punto de las máquinas. La empresa a la que acudió su hermano no resultó tan afectada, lo que le permitió «que sus trabajadores pudieran ayudar a otras a salir a flote», manifiesta.
En la actualidad, ambas empresas han logrado reanudar la actividad. Los que continúan parados son miles de ascensores en las comunidades de vecinos. «Lo que ocurre es que requieren de una reparación, pero no hay técnicos suficientes», asegura Roca, el director de Ciclos Formativos de las Escuelas San José. Por ello, el centro ha puesto en marcha un curso de formación exprés del que salgan personas capacitadas en este ámbito para poder reactivar los mecanismos. Una actividad fundamental para facilitar la movilidad de miles de personas mayores que los necesitan para poder salir a la calle. «En este caso, no obstante, la Administración sí que nos ha fallado de algún modo, porque teníamos previsto empezar con los cursos el 1 de abril, pero por temas burocráticos no va a ser posible hasta después de Semana Santa», concluye Puente. La idea es que a finales de junio todas estas personas —muchas provenientes de colectivos vulnerables— ya puedan ponerse a trabajar y, de esta forma, ayudar a avanzar en la superación de una catástrofe que todavía está muy presente.

En las primeras Fallas tras la riada, que causó oficialmente la muerte de 227 personas, ha estado muy presente lo que ocurrió aquel 29 de octubre. Precisamente, este ninot que homenajea a los voluntarios —obra de Mario Pérez— es el que ha sido indultado y se ha librado de las llamas.