Las adoratrices atendieron el año pasado a 211 víctimas de trata
Las religiosas afirman en el último informe de Proyecto Esperanza que la trata de personas está migrando a entornos digitales, lo que supone «nuevas formas de captación y explotación que pasan inadvertidas»
«La relativa normalidad que se ha recuperado durante el año 2021 en relación a la pandemia no ha supuesto aún una mejora significativa de oportunidades para las mujeres atendidas», lamenta Iris González, directora de Proyecto Esperanza, la iniciativa de las religiosas adoratrices de atención a las víctimas de trata.
«No se han terminado de recuperar del todo ni los canales ni los procedimientos administrativos que existían antes de la crisis sanitaria con la consiguiente dificultad de acceso a servicios y prestaciones», denuncia Iris González. Al contrario, el nuevo contexto social ha supuesto que algunas formas de explotación «hayan salido de los escenarios convencionales para ubicarse en entornos virtuales», lo que supone «nuevas formas de captación y explotación que pasan inadvertidas».
Para Marta González, coordinadora de Sensibilización de Proyecto Esperanza, «la trata de personas y la forma de actuar de los tratantes va cambiado con el tiempo, se va adaptando al contexto, a las actuaciones policiales y judiciales, para continuar con su negocio de la manera más impune». En este sentido, la pandemia ha favorecido, por las limitaciones de movilidad, el desplazamiento de este fenómeno «a entornos más invisibles, usando las nuevas tecnologías, utilizadas para la captación y para también desarrollar situaciones de explotación sexual. Antes ya existía, pero ha aumentado».
Estas declaraciones se enmarcan en la publicación del último informe de Proyecto Esperanza, que indica que en 2021 la iniciativa atendió a 221 víctimas de trata a través de un teléfono activo las 24 horas del día y los 365 días del año. Durante el año pasado, el 63 % de las mujeres atendidas realizaron un itinerario formativo y laboral, y de ellas el 38 % logró acceder a un empleo.
Junto a ello, el 88 % de las mujeres que ingresaron en el programa presentaron mejoría en los diez primeros días. El nivel de ocupación de los recursos de Proyecto Esperanza ha sido del 60 % a lo largo del año, en un acompañamiento «que es anónimo y confidencial y que cubre las necesidades básicas de las mujeres, fomentando su autonomía e independencia y valorando sus responsabilidades».
El 67 % de las mujeres atendidas tiene entre 18 y 35 años.
Al 23 % de las solicitantes de Protección Internacional atendidas se les concedió el Estatuto de Asilo.
Colombia (24,6 %) es el país de procedencia que concentra un mayor número de mujeres atendidas, seguido por Nigeria (16,6 %), Venezuela (8,6 %) y Camerún (8 %).
Desde 1999, Proyecto Esperanza ha atendido a 1285 personas de 74 nacionalidades.
En esta línea, la atención psicológica del proyecto busca el bienestar emocional de la mujer a través de una intervención terapéutica individual y sesiones grupales. El 48 % de las mujeres atendidas en 2021 mejoraron su salud psicológica, añade el informe.
Según Marta González, «a pesar de que la pandemia a nivel sanitario ha ido remitiendo, la crisis económica sigue teniendo un gran impacto en estas mujeres, creando dificultades para encontrar trabajo y repercutiendo desfavorablemente en su inserción social».
Para González, estas personas «son el eslabón más débil, por su perfil de mujeres jóvenes, extranjeras y sin cualificación especializada, lo que hace que sean expulsadas del mercado laboral con mayor facilidad».
Junto a ello, González también pone el acento en todas aquellas personas golpeadas por la crisis «que han pedido sus empleos y que ante la falta de ingresos son más vulnerables. Pueden caer con más facilidad en una situación de exclusión y que los tratantes las capten ya dentro de España, sin tener que ir a buscarlas fuera».