La Virgen «de la hierba tocha», patrona de los reyes de España
Este domingo se celebra en Madrid la fiesta de Nuestra Señora de Atocha, una devoción que se remonta antes del siglo VII, y que está especialmente vinculada a la Casa Real
En la Vega madrileña, cerca del río Manzanares, se levantaba ya en el siglo VII una ermita donde los madrileños veneraban a la Madre de Dios. Se sabe este dato por una carta que se conserva en la catedral de Toledo atribuida a san Ildefonso, en la que el obispo toledano pedía a un canónigo de Zaragoza que cuando pasase por Madrid «se acordara de que en su Vega hay una devota imagen de Nuestra Señora, con un Niño en el brazo izquierdo y una manzana en la mano derecha, llamada la Virgen de Atocha».
Entre los avatares de la historia se atisba el origen del nombre: la imagen de la Virgen se perdió y acabaron encontrándola en un lugar donde la hierba era «tocha» (alta); de ahí el nombre de la Virgen de Atocha. La primitiva ermita se convirtió en una iglesia para un culto más consolidado, ya en el siglo XI. Madrid estaba entonces bajo dominación musulmana, y el templo se reducía a una capillita de quince pies de larga y doce de ancha porque, según el padre Cepeda, historiador del siglo XVII que recogió en un volumen los orígenes de esta devoción, «no permitían más grandiosidades los moros que vivían en su cercanía»: en las condiciones de capitulación de Madrid quedaba estipulado que solo serían permitidos el culto a la Virgen de Atocha y en la parroquia de Santa Cruz.
Tras la reconquista de Madrid la devoción a la Virgen de Atocha no dejó de crecer, y en el siglo XVI la primitiva ermita se transformó en una iglesia, a la que se añadió un convento de dominicos encargados de su cuidado. Sin embargo, el 5 de diciembre de 1808, las tropas francesas se apoderaron del convento, destruyendo su patrimonio y convirtiéndola en un cuartel. Más adelante, los dominicos tuvieron que volver a dejar el templo con las leyes de exclaustración de 1834. Todo ello acabó dejando huella en el lugar, hasta que en determinado momento amenazó ruina y la reina María Cristian mandó derribarlo todo para construir un nuevo santuario.
El culto quedó de nuevo interrumpido durante la Guerra Civil: el 20 de julio, después de la Misa de doce, prendieron fuego a la basílica y mataron a los dominicos. La imagen de la Virgen pudo ser salvada, gracias a la colaboración de una familia amiga de la comunidad religiosa, que la mantuvo oculta durante la contienda. Y en 1951 se reconstruyó el templo tal como lo conocemos hoy.
La vinculación de la Virgen de Atocha con la Casa real viene de lejos: Felipe II la llamaba «Patrona de Madrid y de todos los reinos», y antes y después de cada batalla acudía a rezar ante la imagen. Felipe II puso el templo bajo su patronato, y Felipe IV la nombró Protectora de la familia real. Felipe V bautizó allí a sus hijos, y entre sus muros tuvo lugar el matrimonio de Alfonso XII con María de las Mercedes. Muchos reyes han presentado a la Virgen de Atocha a sus hijos, entre ellos los reyes Juan Carlos y Doña Sofía, y también los actuales Felipe VI y Doña Letizia.
El domingo 1 de octubre, festividad de Nuestra Señora de Atocha, se celebrará una solemne Eucaristía a las 19 horas, presidida por Juan Carlos Merino, vicario episcopal de la zona. A la Misa asistirán representantes de las distintas cofradías de Madrid. A su término, a las 19:45 horas, arrancará la procesión con la sagrada imagen de Nuestra Señora de Atocha y la de Santo Domingo de Guzmán, por las calles Julián Gayarre, Fuenterrabía, Gutenberg, Vandergoten y Julián Gayarre. Finalizará con el canto de la Salve y la bendición solemne.