La violación de mujeres al servicio de la yihad
El secuestro y violación de mujeres de las minorías religiosas, obligándolas a convertirse al islam, es una práctica habitual en Pakistán, Egipto o Nigeria, con la complicidad de las autoridades locales. También el Daesh y Boko Haram utilizan este método para intimidar a los cristianos y asegurarse el reemplazo generacional
El secuestro y violación de mujeres de las minorías religiosas, obligándolas a convertirse al islam, es una práctica habitual en Pakistán, Egipto o Nigeria, con la complicidad de las autoridades locales. También el Daesh y Boko Haram utilizan este método para intimidar a los cristianos y asegurarse el reemplazo generacional
«Organizaciones no gubernamentales de Pakistán calculan que cada año al menos mil mujeres cristianas e hindúes son secuestradas y obligadas a convertirse al islam y a casarse con su agresor. En Egipto desaparecieron unas 550 mujeres cristianas de edades comprendidas entre los 14 y los 40 años entre 2011 y 20146, y siguen secuestrando niñas periódicamente».
Lo denuncia Marta Petrosillo, responsable de Comunicación de ACN (Italia), en uno de los apartados del informe Libertad religiosa en el mundo dedicado en especial a la violencia sexual contra las mujeres de las minorías religiosas.
La complicidad de las autoridades paquistaníes
En lo que se refiere a Pakistán, ACN denuncia que los secuestros de menores están aumentando. Y no solo eso. «Es frecuente que las autoridades digan a los padres que la niña se ha convertido y se ha casado por propia voluntad. Muchas familias ni siquiera denuncian el delito, o retiran la denuncia, ante las amenazas contra otros miembros femeninos de la familia».
Tampoco los tribunales colaboran. Cuando la propia víctima denuncia corre el peligro de convertirse ella misma en acusada. «Si una mujer no puede demostrar que tuvo sexo en contra de sus deseos, pueden acusarla de adulterio y acabaría arrestada, azotada o incluso condenada a muerte por lapidación. Por este motivo, muchas temen denunciar la violencia sexual a la que son sometidas ellas o sus familiares», explica Petrosillo.
Una práctica habitual en Egipto
En Egipto, los secuestros y los matrimonios forzosos de mujeres cristianas coptas son habituales desde la década de los 70 y «todos los meses se denuncian varios casos: en abril de 2018 se cometieron siete secuestros. En septiembre de 2017, un hombre que anteriormente había trabajado para una red de secuestradores reveló que organizaciones extremistas le pagaban unos 2.500 € por cada niña. Cuando las familias acuden a la policía a denunciar la desaparición de sus hijas o sus esposas normalmente se tropiezan con el rechazo. La policía se niega a ayudar, a veces diciendo a las familias que la mujer secuestrada se marchó y se convirtió por voluntad propia».
La estrategia del Daesh
Más conocida por la opinión pública es la violencia sexual que ejercen los grupos yihadistas en África y Oriente Medio, donde el Daesh o Al Qaeda «han utilizado con frecuencia la violación como arma de guerra» contra mujeres cristianas o yazidiés.
«Muchos yihadistas violan a mujeres no musulmanas y las obligan a convertirse», afirma Marta Petrosillo. Lo cual, de paso, garantiza a los terroristas el relevo generacional, puesto que esos niños serán adoctrinados desde su nacimiento.
Las niñas de Boko Haram
En lo que respecta a Nigeria y al grupo Boko Haram, vinculado al Daesh, «ha utilizado el secuestro de mujeres cristianas como parte de sus esfuerzos para obligar a los cristianos a abandonar el norte», sostiene la responsable de ACN Italia. El secuestro de niñas obedecería así a una voluntad de intimidar a los cristianos. La experta cita a un portavoz de la organización terrorista, que declaró abiertamente: «Vamos a poner en marcha nuevas medidas para infundir en los cristianos el miedo al poder del islam secuestrando a sus mujeres».
El secuestro más conocido es el de 276 alumnas, la mayoría cristianas, en un instituto de Chibok, en el estado de Borno, en abril de 2014. Actualmente hay más de 100 en libertad, entre las que consiguieron huir y las liberadas en canjes con terroristas presos. Según los testimonios recabados por las Naciones Unidas, «las niñas dicen que durante su cautiverio han sufrido violaciones, con frecuencia en forma de ‘matrimonios’ forzosos, palizas, intimidación y hambre. Muchas han vuelto embarazadas o con bebés a causa de las violaciones».