Orient Express: la verdadera Europa - Alfa y Omega

Orient Express: la verdadera Europa

Frente a la turistificación y la frivolidad, Wiesenthal defiende en este recuerdo al mítico Orient Express la lentitud de la mirada y la búsqueda del conocimiento

Ricardo Ruiz de la Serna
El Orient Express en una fotografía de 1906. Foto: ABC.

En este tren sucedió de todo. Lances amorosos, homicidios, robos, conspiraciones, fugas y regresos. Lo frecuentaron reyes, estrellas del cine, delincuentes de guante blanco y traficantes de armas. Lo amenazaron partidas de bandidos y lo apoyaron príncipes y magnates. Desempeñó un papel central en la historia de Europa y, sin él, hubiésemos perdido uno de los símbolos de la alta cultura de nuestro continente. Estoy hablando, naturalmente, del Orient Express.

El Venice-Simplon Orient Express es el heredero moderno del mítico tren. Este recorrido, que une París con Estambul a través de Francia, Suiza, Austria, Hungría y Rumanía, se ofrece solamente una vez al año, en el mes de septiembre. El resto del año, el lujoso tren une Londres con Venecia, y hace escala en París.

Hay que agradecer a la editorial Acantilado que haya publicado esta joya del escritor y humanista Mauricio Wiesenthal (Barcelona, 1943) cuyo título, Orient Express. El tren de Europa, hace justicia a la importancia de esta línea férrea. Como la Torre Eiffel, como Victoria Station, como la Gran Vía, se convirtió en un símbolo de la modernidad y el progreso y su decadencia fue la de nuestra cultura: el arte, el refinamiento, la elegancia… Estas páginas son, pues, una celebración de ese «mundo de ayer» que Stefan Zweig describió. Podría identificarse con la belle époque, ese periodo que se extiende desde el final de la Guerra Franco Prusiana y la Comuna de París (1871) hasta el asesinato del archiduque Francisco Fernando en el Puente Latino de Sarajevo y el estallido de la Gran Guerra (1914). Tuvo su auge en los años 20 y 30 y esto fue, también, su canto de cisne. Después del horror de la Segunda Guerra Mundial, nada fue igual. La Guerra Fría y las fronteras casi impenetrables del Telón de Acero imposibilitaron este viaje majestuoso y cosmopolita. Así, el Orient Express fue una víctima más de los totalitarismos que destruyeron aquella Europa de cultura y humanismo que alumbró a Canetti, a Von Horvath, a Evelyn Waugh y a tantos otros.

Ha transportado a jefes de Estado, monarcas en el exilio, artistas, turistas desahogados, escritores célebres y trotamundos en busca del viaje perfecto.

Ahora bien, este libro no trata solo de los vagones coloridos y los uniformes vistosos y las jerarquías del personal de línea. Estas páginas no alimentan únicamente el cuerpo, sino que también nutren el alma. Las estaciones míticas de Londres, París, Montecarlo, Venecia, Bucarest cobran nueva vida y se despliegan, ante nuestros ojos, como los lugares simbólicos de una vida distinta. Así, por aquí caminan Paul Morand, Sacha Guitry, Agatha Christie, Joseph Kessel, José María Sert, Blasco Ibáñez y lo más granado del periodismo y la literatura de su tiempo. Viajan espías como sir Gilbert Clayton y terroristas como Szilvester Matuska, que hizo descarrilar dos trenes y desapareció al final de la Segunda Guerra Mundial. La grandeza de la Resistencia francesa recibe un merecido homenaje en el recuerdo de los ferroviarios que se jugaron la vida para combatir la ocupación alemana. Muchos la perdieron.

En efecto, Orient Express. El tren de Europa es un canto conmovedor y magnífico a la tradición de nuestro continente: «Aún tengo que sobrellevar, como un flagelo, los sermones de los millonarios y de esta miserable burguesía europea –mantenida a base de privilegios y beneficio– que ha ido destruyendo y dejando morir los valores que nos legaron nuestros padres en la cultura, en el arte, en la religión y en todas las luces del espíritu». En algunos pasajes, he recordado al Joseph Roth de Judíos errantes, que esta misma editorial editó en 2008, y a sus crónicas, publicadas el año pasado con el título Años de hotel. Postales de la Europa de entreguerras.

Desde su inauguración en 1883 hasta 2009, su ruta fue alterada varias veces, tanto por logística como por asuntos políticos.

Frente a la turistificación y la frivolidad, Wiesenthal defiende la profundidad, la lentitud de la mirada y la búsqueda del conocimiento y la belleza. Así que no lo duden. Súbanse al tren, ahora que tiene un heredero que une Venecia con el paso alpino de Simplon y que ha lanzado tres nuevas rutas que estarán disponibles a partir de mayo. Estos viajes atravesarán Italia, Suiza, Bélgica y los Países Bajos para visitar Roma, Florencia, Ginebra, Bruselas o Ámsterdam. Abran los ojos y el corazón a ese mundo de viajeros, exiliados, emigrados y fugitivos que recorren Europa de extremo a extremo. Abran las cortinas para maravillarse ante los palacios venecianos. Jueguen a la ruleta en Montecarlo. Prepárense para la visión del Bósforo desde el Pera Palace. Regresen a la verdadera Europa.

Lean a Wiesenthal.

Orient Express. El tren de Europa
Autor:

Mauricio Wiesenthal

Editorial:

Acantilado

Año de publicación:

2020

Páginas:

384

Precio:

22 €