La Unidad. Segundas partes que sí son buenas - Alfa y Omega

La Unidad. Segundas partes que sí son buenas

Isidro Catela
Las actrices Natalie Poza y Marian Álvarez en un fotograma de la segunda temporada de ‘La Unidad’. Foto: Movistar + / María Heras.

Decíamos cuando irrumpió con brillantez la primera temporada de La Unidad en Movistar + que la serie iba a dar que hablar, y que ahora habría que ver si en la segunda temporada iba a tirar de los mejores hilos o si, por el contrario, iban a deshacer la unidad lograda e iban a dejar al aire sus costuras más gruesas. Y hete aquí que una temporada después, con otros seis episodios de pura adrenalina, nos encontramos con una situación muy similar.

La segunda entrega da lo que promete, no defrauda, mantiene alto el listón y sube aún más la dosis de violencia para entregarnos un thriller policíaco que funciona a las mil maravillas. Puede que lo poco agrade y lo mucho termine por enfadar, pero han dado con la gallina y no parecen dispuestos a soltar los huevos de oro. Para los que no sepan de qué hablamos, La Unidad es una serie española, muy bien hecha técnicamente, de esas en las que hay que perseguir a los malos (terroristas de la yihad), de las que te mantiene con el corazón en un puño, y de las que te hace llegar al final sin resuello. La traca final de la segunda temporada, en un colegio repleto de niños que están a punto de interpretar El Mago de Oz, es brutal y no apta para todos los corazones ni para todos los estómagos.

Alto voltaje para ir pintando un mapa en el que, a pesar de lo delicado del tema, los personajes están bien dibujados, aunque, como es propio de nuestro tiempo, se les ha amputado cualquier tipo de dimensión trascendente, y eso que hay materia para dar y tomar en medio de un panorama desolador, en el que al menos cabría preguntarse por el sufrimiento de los inocentes.

Es verdad que en el plano moral queda clara la perversidad intrínseca del terrorismo y que, contra la corriente dominante, el guion no cae en las trampas de la corrección política. Y hay que reconocer que aquí la tentación era poderosa, aunque solo fuera por la cuestión del multiculturalismo. Hay, además, un guiño provida, también contra la costumbre, y un elenco de actores sobresaliente, capitaneados por Natalie Poza, que borda el papel de Carla, la comisaria de la unidad antiterrorista. Prepárense a sufrir los que se hayan enganchado, porque, de las pocas certezas que quedan al final, es que habrá tercera temporada.