La única imagen de la Virgen María que sobrevivió a la furia del ISIS
Los terroristas arrasaron por completo la iglesia de la Inmaculada de Qaraqosh. Destruyeron todo menos la imagen de la Virgen María y el niño Jesús que ilustra esta información y que está situada en el patio interno del templo. «Al ver esta imagen extrañamente intacta no podía más que pensar en su protección constante hacia nosotros. Protección que los cristianos perseguidos conocen y proclaman con insistencia», asegura el padre Luis Montes, misionero del Instituto del Verbo Encarnado en Irak y testigo de los hechos
El padre Luis Montes, misionero del Instituto del Verbo Encarnado en Irak, ha podido comprobar in situ las barbaridades cometidas por el ISIS contra las iglesias cristianas.
Invitado por el nuncio en Irak y Jordania, el español monseñor Alberto Ortega, el padre Montes pudo visitar este jueves las poblaciones de Bartalla y Qaraqosh, que se encontraban desde hace dos años bajo el yugo yihadista y que han sido liberadas recientemente.
«Uno percibe de un modo muy fuerte el odio, que se resume en una frase: rechazo a Cristo y a su Cruz. El mismo odio que ataca los templos de Cristo ataca los templos vivos que son los cristianos», explica el misionero en su blog Amigos de Irak.
La imagen intacta
Durante la visita a Qaraqosh, el padre Montes ha sido testigo de la destrucción de la iglesia de la Inmaculada. Los yihadistas la arrasaron por completo: «Rompieron las imágenes de la iglesia, a las que golpearon, dispararon y arrojaron al suelo», asegura.
Los terroristas destruyeron todo. Todo menos la imagen de la Virgen María y el niño Jesús que ilustra esta información. Está situada en el patio interno de la iglesia de la Inmaculada. «Al ver esta imagen extrañamente intacta no podía más que pensar en su protección constante hacia nosotros. Protección que los cristianos perseguidos conocen y proclaman con insistencia», asegura el sacerdote.
«No conocemos por qué el Isis la respetó, pero es como un símbolo de su amor de madre que al oído nos susurra: “¡no te preocupes que aquí estoy yo!”», concluye.