Permítanme que, antes de hablar de este libro, les cuente algo sobre la excelente colección de libros de bolsillo de la que forma parte, ideada por un misionero claretiano que vive la divulgación evangelizadora a través de los libros con la pasión misionera propia de su carisma. La segunda vez que tuve ocasión de saludar personalmente al Papa Francisco le hice reír a carcajada suelta, pues al entregarle uno de los libros de esta colección –uno que yo había escrito–, le dije: «Aquí tiene una de las estaciones del vía crucis de Fernando Prado». Cuando Fernando le contó al Papa su idea de esta colección de Diez cosas que el Papa Francisco…, Francisco le preguntó cuántos pensaba hacer, y al decirle que, al menos 14, le contestó: «Menudo vía crucis me vas a montar». En realidad es un vía lucis, porque poder seguir todo el magisterio pontificio es casi imposible, pero saber de sus diez principales propuestas sobre la familia, la fraternidad, o como en este caso, sobre san José, o las diez cosas que dice a los catequistas, a los periodistas, a los sacerdotes, a los jóvenes, no me digan ustedes que no es una idea genial.
Como bien sabrán, con ocasión del 150 aniversario de la declaración por parte de Pío IX de san José como patrono de la Iglesia, el Papa Francisco ha publicado una carta apostólica en la que nos propone un año especialmente dedicado al santo, al que le tiene una gran devoción desde siempre. Cuando fue elegido Sucesor de Pedro, una de sus primeras medidas fue que en todas las plegarias eucarísticas de la Misa el sacerdote, al pedir la intercesión de María Santísima, antes de pedir la de todos los santos y mártires, explícitamente pidiese la de san José.
El autor del libro, misionero claretiano y prestigioso teólogo que ha dirigido en los últimos años con gran tino el Instituto de Vida Religiosa, nos ofrece diez adjetivos para entender lo que el Papa Francisco nos explica de un san José contemplado desde lo que la certidumbre de la fe dice de él a nuestro entendimiento, y cómo esa misma fe nos lleva a profesarle una confianza filial de corazón. A saber, su cordialidad, su paternidad, su interioridad, su acogida, su valentía creativa, su laboriosidad, su castidad y su testimonio.
Su cordialidad, porque todo lo que hizo san José por María y por Jesús fue por su corazón de padre, poniendo en ello toda su voluntad, su inteligencia, sus emociones y sus sentimientos. Su paternidad, porque si alguien que asume la responsabilidad de la vida de otro en cierto sentido ejerce la paternidad respecto a él, sin duda José acogió a Jesús como hijo y, de una manera humana, Jesús acogió a José como padre. Su interioridad, porque si los Evangelios no nos cuentan nada que san José dijese, solo lo que hacía, tendrá algo que ver con su manera de ser. Su acogida, porque su vida espiritual no nos muestra una vía que explica, sino una vía que acoge. Su valentía creativa, porque él fue el verdadero milagro con el que Dios salvó al Niño y a su madre. El cielo intervino confiando en la valentía creadora de este hombre, custodio de la Iglesia, porque la Iglesia es la extensión del Cuerpo de Cristo en la historia. Su laboriosidad, la de quien pasó gran parte de su vida trabajando junto al banco de carpintero en un humilde pueblo de Palestina. Su castidad, ejemplo sobre todo para los jóvenes novios. Su testimonio, el del mejor testigo del misterio de Cristo. Si les soy sincero, a mí el rasgo propuesto de san José que más me ha cautivado es el de su ternura: Jesús vio la ternura de Dios en José. No solo la vio, sino que la vivió, la sintió, la experimentó, porque, «como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por los que lo temen» (salmo 103). Y el autor a partir de aquí nos dice cosas muy importantes para nuestra vida, sobre todo en este tiempo. Pero eso ya lo tienen que leer ustedes…
Carlos Martínez Oliveras
2021
80
6 €