El caso de la mujer violada repetidamente en Francia al ser drogada y vendida por su marido a otros hombres ha espeluznado al mundo. El caso del esposo, su perturbación, vuelve loco a cualquiera. Pero, ¿qué pasa con las decenas de hombres, de toda edad y condición, que pasaron por aquella cama? Entre los acusados hay camioneros, policías, carpinteros, obreros, enfermeros, electricistas, artesanos, militares, bomberos. Solteros, casados. Con hijos, sin hijos. Sus edades oscilan entre los 26 y los 74 años. La mayoría son acusados de haber violado a la mujer una vez, aunque varios son denunciados por haberlo hecho hasta en seis ocasiones. Lo más flagrante del caso es que el suceso fue descubierto porque el susodicho marido intentó grabar bajo la falda a unas mujeres en un supermercado. No porque a ninguno de esos al menos 51 violadores indentificados por la Policía se les ocurriese pensar que una mujer desmayada en una cama pudiera ser una víctima de un abuso brutal. Unos aluden a que si era parte de la fantasía sexual por la que pagaron. Otros, que si era consentido porque el esposo estaba presente. Yo solo pienso en la sociedad profundamente enferma que está arrasándonos.