La Sede de la Sabiduría para encontrar a Dios en la universidad

«Una universidad no es católica porque tenga crucifijos en las aulas, ni siquiera por tener una pastoral activa; una universidad es católica por la forma en que usa la razón y por la manera en que, desde las diversas ciencias, se asoma a las periferias de la sociedad y entra en diálogo con las heridas reales de las personas y las comunidades». Este pilar de la Universidad Francisco de Vitoria se entrelaza con el acontecimiento de la dedicación de su nueva capilla, que tuvo lugar el pasado martes 9 de abril, en una ceremonia presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal Cobo. Bajo la advocación mariana de Sede de la Sabiduría, el espacio manifiesta el compromiso de la universidad con el crecimiento espiritual y de fe de la comunidad universitaria. Por eso, acoge también un centro de formación en la fe en la planta inferior, en el que habrá en el futuro una exposición permanente de la Sábana Santa y el Santo Sudario. Será el arranque del Camino de la Luz, que la conectará con la biblioteca de la universidad, en construcción.

La capilla es obra de los arquitectos Emilio Delgado y Felipe Samarán, del estudio HAGO y profesores del Grado en Arquitectura de la UFV junto a la constructora Cabbsa. Dos textos bíblicos impulsaron el proyecto: el capítulo 9 de la Carta a los hebreos, en la que se habla de la tienda de los fieles y la tienda de Dios en medio de los hombres, y Proverbios 9, que se refiere a las siete columnas de la sabiduría. Así, la tienda de los hombres es la más amplia y blanca, que cubre la asamblea y el coro, y la tienda de Dios es la más alta y dorada; sobresale en forma de peineta y se corresponde con el presbiterio, en referencia a la presencia física de Dios en la historia a través de Jesucristo. Las columnas son los contrafuertes que nacen de la cubierta del templo.

Cuenta Emilio Delgado que el momento más especial para él fue al inicio del proyecto, cuando dibujó el edificio en el suelo. «Se trazaron con yeso los límites y se dibujó una elipse, que es la forma del edificio, en planta». Es como «dibujar los límites», y entonces se materializa el «dentro-fuera, lo profano-sagrado», y en ese instante «tomé conciencia del carácter de lo que va a suceder ahí». Que es la Eucaristía, y por eso para este arquitecto proyectar y construir un templo es singular: «No deja de ser una invocación, como hace la liturgia, para que Dios pueda estar entre nosotros». Este espacio litúrgico tiene además la particularidad de que es un «espacio expectante, a la espera de algo», de un «acontecimiento» que es el que «se produce en cada momento de la liturgia». Así, es «un edificio en permanente tensión por eso que va a ocurrir, que se nota en la solemnidad, el silencio, la iluminación centrada en la gloria de Dios». Una vez inaugurado, solo puede pensar en «las personas que van a habitar el templo».

De cara a un futuro, la capilla será el comienzo del Camino de la Luz que conectará con la Biblioteca de la universidad, actualmente en construcción. Será un símbolo del diálogo entre la Verdad revelada y la Verdad descubierta por la razón y la ciencia. Rematando el camino se colocará una figura de Noe de 5 metros de alto emergiendo del agua. Además, el centro de formación en la fe tendrá una exposición permanente de la Sábana Santa y del Santo Sudario, con datos sobre las investigaciones acerca de estos dos elementos que «establecen un nexo irrenunciable entre la fe y la razón», sostienen fuentes del centro educativo.

Detalles

El ábside de la capilla está recubierto de pan de oro según un diseño del artista Alberto Guerrero con la colaboración de alumnos y profesores de Bellas Artes. El altar, el ambón y la sede son de mármol blanco de la localidad de Macael (Almería). La capilla cuenta con un vía crucis interior en bronce y una Virgen embarazada, obra de Javier Viver, a la espera de la definitiva, que será una Virgen atendiendo a un joven niño Jesús escribiendo en un cuaderno, como primera formadora. En el futuro habrá bajo el altar reliquias de san Pedro Poveda, educador; José Sánchez del río, laico de 14 años muerto durante la guerra cristera de México, y la beata María Gabriela Hinojosa y seis compañeras salesas. Todos ellos, mártires por odio a la fe.