Puede parecer una paradoja, pero el Papa, en la Jornada de la Vida Consagrada, les ha dicho a los religiosos y religiosas que les invita a vivir una fe que sepa reconocer la sabiduría de la debilidad: «Justamente en las limitaciones y en las debilidades humanas estamos llamados a vivir con Cristo, en una tensión integral. El gozo de la vida consagrada pasa necesariamente a través de la participación en la Cruz de Cristo». El Papa invitó a los religiosos a «una peregrinación interior en la que recuerden el primer amor con el que el Señor Jesucristo caldeó su corazón; y no por nostalgia, sino para alimentar esa llama». Para eso, es necesario «estar con Él en el silencio de la Adoración y despertar así la voluntad y la alegría de compartir la vida, las opciones, la obediencia de fe, las bienaventuranzas de los pobres, la radicalidad del amor».