La Sábana Santa estuvo en contacto con monedas bizantinas con el rostro de Cristo - Alfa y Omega

La Sábana Santa estuvo en contacto con monedas bizantinas con el rostro de Cristo

El Journal of Cultural Heritage ha publicado un estudio sobre las partículas de una aleación de oro y plata encontradas en la Síndone de Turín. Este descubrimiento confirma que la Sábana Santa es anterior a lo que asegura la datación con carbono 14

María Martínez López
Claudio Furlan (izquierda) y Giulio Fanti, con una de las imágenes de su estudio
Claudio Furlan (izquierda) y Giulio Fanti, con una de las imágenes de su estudio. Foto cedida por Giulio Fanti.

Dos científicos de la universidad italiana de Padua han descubierto que la Sábana Santa de Turín estuvo en contacto con monedas bizantinas. Y no cualquier moneda, sino unos pocos tipos hechas de una aleación especial de oro y plata, y que podrían haberse utilizado como reliquias.

El estudio, publicado en agosto en el Journal of Cultural Heritage, se basa en el análisis realizado por Giulio Fanti y Claudio Furlan de las muestras de polvo que se extrajeron en 1978, durante el Shroud of Turin Research Project que dirigió John Jackson. Ese polvo se encontraba entre el tejido de la Síndone propiamente dicho y otra tela que se utiliza para reforzarlo, y se obtuvo por aspiración.

Cuando las recibieron en 2006 –relata Fanti a Alfa y Omega– «no nos dieron ninguna información sobre su contenido», así que la investigación empezó de cero, observándolas al microscopio. «Encontramos varias partículas de oro de apenas unas pocas micras. Recuerdo como si fuera ayer cómo Claudio se asombró al reconocer una aleación muy particular de oro y plata llamada electrum. Inmediatamente empezamos a estudiar el posible origen de esta aleación y, sorpresa, detectamos que venía de monedas de oro bizantinas».

La información, en un rayo de electrones

Dado el reducido tamaño de las partículas, tuvieron que analizarlas mediante una técnica llamada fluorescencia de rayos x por energía dispersiva: se proyecta sobre la muestra un rayo de electrones que genera tanto electrones de distintos niveles de energía como una emisión fluorescente. Analizando estas reacciones, «puedes ver picos característicos de los elementos presentes tanto en la superficie como ligeramente dentro de la muestra» –explica este científico– y descifrar así su composición para luego compararla con otras.

Mediante este método, Fanti y Furlan pudieron confirmar que las partículas de oro y plata presentes en la Síndone eran compatibles con varios tipos de monedas (solidi, histamena, aspron trachy y hyperpyron) que empezaron a fabricarse en Constantinopla en el año 1028, cuando bajo el emperador Romano III las monedas dejaron de ser de oro puro de 24 quilates y empezaron a mezclarse con otros metales.

¿Qué quiere decir esto? Que la Sábana Santa existía, estaba en Constantinopla y «fue puesta en contacto con estas monedas probablemente entre el año 1028 y el año 1204, cuando fue llevada a Europa después de la caída» de la antigua Bizancio, apunta Fanti.

¿Por qué tantas partículas?

Es más –continúa–: la llamativa cantidad de partículas de oro apuntan a «una probable contaminación producida por objetos dorados colocados en proximidad a la reliquia más importante de la humanidad. Pero, ¿por qué esta contaminación con partículas de electrum? Una explicación sencilla podría ser el hecho de que los fieles frotaran sus monedas de oro con la Síndone para obtener reliquias». Tradicionalmente, se consideran reliquias de tercer orden cualquier objeto que haya estado en contacto con una de primer orden.

Otro motivo que para Fanti apoya esta hipótesis es que «algunas de esas partículas se encontraron en medio de un corte longitudinal en las fibras de lino que se obtuvieron de la Sábana», lo que hace suponer que proceden del objeto que produjo este desgarro. «En esa época, según el científico estadounidense John Jackson, la Síndone se exhibía cada semana en la antigua iglesia de Santa María de las Blanquernas.

Se sabe además que al menos algunas de las monedas fabricadas con la aleación de oro y plata se acuñaban con el rostro de Cristo en una de sus caras, lo que daría más sentido a que los fieles quisieran usarlas como reliquias.

Se cierra el círculo… de las monedas

El estudio de estas monedas es uno de los campos en los que es experto Jorge Manual Rodríguez, presidente del Centro Español de Sindonología. En su tesis doctoral, Rodríguez analizó cómo además los rostros de Cristo que se muestran en monedas desde el siglo VII (después de una época en la que estuvo prohibido representarle) muestran detalles únicos (pliegues, arrugas, una ceja más elevada que otra) que apuntan a que quienes las acuñaron se inspiraron en el rostro que se deja ver en la Síndone.

Pensar que después estas monedas se ponían en contacto con la Síndone para darles un valor sagrado sería como cerrar el círculo. Aunque Rodríguez apunta que si bien explicaría todo, «parece algo insólito. La Síndone era algo realmente sagrado que no estaba al alcance de mucha gente».

«Una pista más entre otras»

La presencia de la Sábana Santa en Constantinopla –continúa Rodríguez– «está documentada desde el siglo X». El estudio publicado en el Journal of Cultural Heritage añade a este conocimiento documental nuevos datos del campo de las ciencias naturales. «Es una pista más, entre muchas otras, que confirma la hipótesis de que la Síndone realmente envolvió a un hombre llamado Jesús de Nazaret».

Por otro lado, este dato parece contradecir la datación con carbono 14 realizada en 1988. Este estudio dató el origen de la tela entre los años 1260 y 1390. Pero ahora se sabe que, en realidad, había estado en contacto de forma significativa con monedas acuñadas desde dos siglos antes.

Con los ojos de la fe, «es un don del Espíritu Santo»

Este estudio era la primera oportunidad que Claudio Furlan tenía de analizar el material de la Sábana Santa. «Ha tenido un impacto positivo para mí, me ha dado la oportunidad de tener una mayor sensación de lo que es el cristianismo».

El caso de Fanti es distinto. Él lleva más de 20 años estudiando la Sábana Santa. «Pero no fue algo que decidiera yo. Es la Síndone la que llama a las personas». Su interés comenzó cuando tenía 12 años, y se concretó en 1990, ya siendo profesor de Sistemas de Visión en la Universidad. Intentó conseguir mejores pruebas en torno a la doble imagen corporal de la Sábana, un fenómeno que «hasta ahora es inexplicable e irreplicable».

En 1997 presentó su estudio en un congreso en Niza, y desde ese momento ha recibido tanta información y nuevos materiales «que no puedo pensar en dejar» la investigación sobre esta materia, «que sigue cosechando resultados muy interesantes a favor de su autenticidad».

Por otro lado, reconoce que está consagrado «a la madre del hombre de la Síndone». Por eso, pasando a un plano distinto del científico en el que se ha situado hasta ahora, afirma que «desde un punto de vista espiritual creo que este descubrimiento es un don precioso que el Espíritu Santo nos ha dado a mí y a toda la humanidad. Confirma que la Sábana Santa realmente envolvió el cuerpo de Jesucristo mientras resucitaba, y que Él dejó en la sábana de lino una fotografía única de cuerpo entero».