La ruta de los Balcanes, congelada por partida doble
Mientras la mayoría de los migrantes siguen varados o deambulan entre países, en Bosnia y Herzegovina unos 3.000 se enfrentan al invierno a la intemperie por la obcecación de las autoridades
Este jueves, en el cantón de Una Santa (Bosnia y Herzegovina) se prevén -8ºC de temperatura mínima y nuevas nevadas. Aunque «toda la zona está cubierta» ya, cuenta a Alfa y Omega Dijana Muzicka, coordinadora de emergencias de Cáritas Bosnia, que la visitó la semana pasada. En estas condiciones, 900 migrantes malviven sin electricidad, agua ni calefacción en los restos del centro de tránsito de Lipa, situado en las montañas y seriamente dañado el 23 de diciembre por un incendio. Hasta entonces, albergaba a unas 1.200 personas.
No son los únicos amenazados por el invierno bosnio. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones, de los 8.000 migrantes en tránsito por el país a la espera de llegar a Europa, 3.000 no están en ningún centro ni campo. Algo más de la mitad, según estima Muzicka, han encontrado por su cuenta algún alojamiento, aunque sea en edificios abandonados. Otros muchos, sobre todo hombres solos, «duermen en tiendas de campañas en los bosques».
migrantes ha atendido Cáritas Bosnia y Herzegovina desde 2018 con alimentos, otros enseres, lavanderías y centros sociales.
Un centro listo y sin usar
«Esta situación se podría haber evitado», lamenta la trabajadora de Cáritas, si el trabajo que se está haciendo ahora para reacondicionar Lipa se hubiera hecho en octubre. Pero el otoño ha sido «caótico». De hecho, mientras cientos de personas duermen a la intemperie, en una antigua fábrica de Bihac, capital cantonal, el centro de tránsito de Bira está en perfecto estado… y vacío. El 1 de octubre, antes de las elecciones locales, las autoridades ordenaron su cierre. Los 600 migrantes que vivían allí fueron trasladados a Lipa, que la OIM acababa de poner en marcha tras acordar con las autoridades locales que ellas lo equiparían para el invierno. Pero a pesar de «numerosas reuniones y negociaciones» las mejoras no llegaban. Se acababa de tomar la decisión definitiva de cerrarlo cuando se produjo el incendio, cuyas causas aún se investigan.
Desde entonces, se ha barajado reabrir Bira. Pero «la situación en la ciudad es muy tensa», explica Muzicka. Desde su cierre, manifestantes «probablemente cercanos a las autoridades» rodean el centro y no permiten acceder a las ONG. Sí a Cruz Roja, que tiene allí su cocina y almacén. Pero cuando Muzicka intentó visitar el día 7 el servicio de lavandería que tenían allí, se lo impidieron. «Nos acusaron de desobedecer las órdenes de su Gobierno y en sus grupos privados hablaban de mirar a Cáritas con lupa». No son los únicos en sufrir infundios. «El Gobierno local utiliza todos los medios a su alcance para empeorar la situación», y también lanza «acusaciones repugnantes» contra la OIM, la ONU y el Gobierno central.
Lejos de las llegadas masivas de migrantes y solicitantes de asilo de la crisis de 2015, a Bosnia y Herzegovina solo llegaron en 2020, según fuentes oficiales, 16.000 migrantes. 11.000 fueron rechazados en la frontera. «La mayor parte» de quienes intentan recorrer la ruta de los Balcanes «están varados en los distintos países», apunta la coordinadora de emergencias de Cáritas, o como mucho «se mueven de uno a otro». Muy pocos consiguen entrar en Croacia y, así, en la UE. «Tenemos que detenerlos. Nos lo pide Europa», le confesaba hace unos días un agente fronterizo de este país a Nello Scavo, enviado especial de Avvenire.
La odisea no acaba ni cuando logran pasar. El Comisionado de Derechos Humanos de Croacia y el Centro de Estudios para la Paz de Zagreb llevan tiempo denunciando la represión de las fuerzas fronterizas croatas, incluidas las devoluciones en caliente. Scavo recoge casos como el de una familia kurda iraní que tras pasar la frontera fue detenida pero no llevada al centro de detención dispuesto para ello. Sospecha que fueron devueltos a Bosnia. Como Farid, un joven que llegó a Eslovenia entre las ruedas de un camión. Pero vehículo tuvo un accidente y él perdió la pierna. Desde el hospital de la capital, Liubliana, fue enviado a Croacia, y de allí a un campo de Bosnia sin medios para atender sus heridas.
También desde Cáritas Albania Ariela Mitri narra a este semanario cómo «desde la reapertura de las fronteras en junio» tras los peores meses de la pandemia, «los informes de ACNUR y otros socios indican que la Policía fronteriza está derivando a muy pocas personas a los procesos de solicitud de asilo». La mayoría de los migrantes detectados son devueltos a Grecia, «a pesar de que, según se informa, algunos expresaron su intención de pedir asilo en Albania». Por ello, una de las prioridades de la entidad este año es hacer un seguimiento más exhaustivo de los procedimientos para exigir que se cumplan garantías para los migrantes como el principio de no devolución.