La rehabilitación de la ermita mudéjar de Carabanchel empezará a finales de mes
El Ayuntamiento da la licencia para atajar las humedades y los daños estructurales en Santa María la Antigua. Se implantarán un sistema de drenaje, una cámara en los cimientos y un pavimento drenan. Se instalará una profunda cimentación y unos tirantes de norte a sur, y se reforzarán los muros
La ermita de Santa María la Antigua de Carabanchel, el único templo románico-mudéjar de la Comunidad de Madrid, padece problemas de filtraciones desde que se construyó en el siglo XIII. La intervención realizada hace casi dos décadas no logró impedir que el agua volviese a abrirse paso a través de sus ladrillos centenarios. Las humedades causadas por las corrientes subterráneas que nutren al pozo en el que se cuenta que San Isidro llegó a obrar dos milagros han provocado durante años el desplome paulatino y reiterativo de sus muros. Por fin, tras superar todos los trámites burocráticos, las obras para atajar los problemas estructurales de este templo asentado sobre una villa romana de los siglos II y III comenzarán a finales de junio, según adelantaron a ABC fuentes del Arzobispado, que es quien tiene la titularidad del templo.
A finales de mayo el Ayuntamiento de Madrid otorgó la licencia y ya están adjudicadas las obras. «Se estima que en el plazo de un mes comiencen los trabajos, que es lo que vienen tardando la apertura de un centro de trabajo, la coordinación y el establecimiento del protocolo de seguridad», explicaron las mismas fuentes.
Esta intervención llega después de que el Arzobispado haya resuelto ya los daños en el cementerio anexo que detectó el Ayuntamiento en una Inspección Técnica de Edificios (ITE) realizada en octubre de 2017. El proyecto, rubricado por el arquitecto José Santos Torres, ya fue validado por la Comisión Local de Patrimonio.
Cerrado hasta final de año
El convenio suscrito con la Comunidad otorga unos dos millones de euros anuales para todas las «actuaciones de restauración y conservación de diversos bienes muebles e inmuebles» del Arzobispado en la región. Con ese fondo se ha financiado también la reforma del templo, como obliga la normativa, ya que se trata de un templo catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC). Los trabajos tendrán una duración de cinco meses, por lo que la ermita recuperará su esplendor, si todo marcha según lo previsto, a principios de diciembre. Durante estos meses, el templo permanecerá cerrado al culto.
Como ocurre en todos los edificios históricos, la ermita de Santa María la Antigua es el resultado de su propio desarrollo histórico. Según la memoria del proyecto, a la que tuvo acceso ABC, el historiador Pedro José Navascués Palacio ya mencionó en 1961 el «estado de abandono y deterioro de la ermita». En su informe describió el «importante desplome del muro sur y de un contrafuerte añadido con posterioridad al edificio original» para solventarlo. Pese a las dos únicas intervenciones realizadas en 1997 y 2000, los problemas estructurales no se han logrado resolver definitivamente.
Modificaciones posteriores
Antes de 1997 no existe ninguna intervención documentada, pero si se tiene en cuenta la evolución natural del edificio a partir de su estructura inicial, los expertos han podido deducir qué modificaciones se hicieron a lo largo de los siglos en su morfología. Así, según se apunta en el proyecto de Pedro Iglesias Picazo (1997), «el muro norte debió ser rehecho tras la caída de la cubierta, que, a su vez, provocó el desplome del muro sur. También se colocaron los pilares que dividen el interior de la iglesia, que soportan la cubierta y la escalera del campanario; la sacristía fue añadida a lo largo del siglo XVIII; y, por último, se incorporaron en el sotocoro una vivienda y oficina, que en la actualidad se encuentran en un edificio separado.
Con esta nueva intervención, en la que se aplicarán técnicas más modernas, el Arzobispado confía en resolver de una vez por todas los problemas estructurales del templo. Tras un estudio geométrico, se detectó que la zona central del muro sur tenía una inclinación de siete grados con respecto a la vertical. Para enderezarlo, según explicó a ABC el director del departamento de obras del Arzobispado, Roberto Herrero, el proyecto contempla tres mejoras: el refuerzo del muro sur y el ábside a través de una profunda cimentación; la instalación de tirantes de acero que atraviesen la nave de norte a sur para «contener el muro»; y la colocación de un sistema de tejidos que, a modo de malla, den más resistencia a los muros dañados.
Para solventar las filtraciones, se implantará un sistema de drenaje por el perímetro de la iglesia para «evacuar el agua» de la superficie y evitar así que afecte a los cimientos. También se repondrá el pavimento, ya que el actual no transpira y, por tanto, el agua «huye» hacia las paredes. Para lograrlo, se va a instalar una cámara en los cimientos, que permitirá que el suelo elimine la humedad. Además, en el exterior se colocará una banda de 50 centímetros de pavimento drenante. También se abrirán cuatro huecos de ventilación en el tejado, que se impermeabilizará.
Por último, el tercer eje de la intervención tiene que ver con la limpieza y conservación de las cubiertas y las paredes interiores. Además de repintarlas, se repondrá el mortero de cal en los muros de manpostería para ajustarlo al original. Con todas estas técnicas confían en que esta vez se obre el «milagro» en Santa María la Antigua y el agua no vuelva a dañar sus sillares.
Marta R. Domingo / ABC