La predicadora del Sínodo alerta frente a las «lógicas mercenarias» - Alfa y Omega

La predicadora del Sínodo alerta frente a las «lógicas mercenarias»

En una reflexión que ha pronunciado en presencia del Papa, ha dejado claro que el desafío al que se enfrentan los participantes del Sínodo, al hilo del instrumentum laboris, es «superar una visión estática de los lugares», incluso los más sagrados y los más populares

Victoria Isabel Cardiel C.
Madre Angelini
Madre Angelini. Foto: CELAM.

Maria Ignazia Angelini ha criticado este martes en el Sínodo las «lógicas mercenarias, en las que uno se aprovecha del otro». La abadesa del convento benedictino situado en la localidad Viboldone, cerca de Milán, ha dirigido la meditación espiritual que ha precedido al inicio de la reflexión sobre la experiencia sinodal, ante el Papa y el resto de los 368 participantes.

La monja benedictina ha arremetido también contra las «comidas y cenas» que se usan para imponer las propias ideas, donde cada uno impulsa su propia candidatura. Comparte con el dominico Timothy Radcliffe, maestro de la Orden de Predicadores desde 1992 hasta 2001, el cometido de elaborar las predicaciones con las que comienzan algunas de las jornadas del Sínodo, como la de este martes.

Angelini ha reflexionado así sobre las diferencias que existen entre el estilo de Jesús y el de la cultura dominante. Cuando Jesús, como describe Lucas en su Evangelio, participa en un banquete, «su intención es romper, sacudir las conciencias ante la mirada perturbadora de los procedimientos, los cánones, las jerarquías». El hambre humana y el hambre de Dios se encuentran, «para una nueva contestación radical de todo sistema religioso que no sitúe lo humano en el centro». «Jesús muestra cómo los lugares de lo humano deben ser visitados y trascendidos por una Iglesia sinodal y misionera», ha comentado Angelini.

La monja italiana ha señalado también que la Iglesia sinodal, para llevar a cabo su misión, necesita enraizarse «en un lugar concreto, en un contexto, en una cultura». Así, al recordar a los primeros cristianos, ha señalado que si el lugar de la Iglesia es siempre un espacio-tiempo concreto de encuentro, «el camino del Evangelio en el mundo va de umbral en umbral: huye de toda estática, pero también de toda “santa alianza” con los contextos culturales de la época. Ella habita en ellos y es guiada, por su principio vital, el Espíritu del Señor, a trascenderlos».

Para la religiosa las proporciones de la cruz de Jesús protegen «inmediatamente de enredarse en culturas sedentarias e idólatras; en sabidurías aplanadas sobre la dinámica de la autosalvación». La benedictina ha añadido que «el recuerdo de las palabras de Jesús impulsa también a la Iglesia de hoy a arraigarse en todos los lugares de la humanidad, pero la hace vigilante con respecto a toda homologación». En este sentido, ha dejado claro que el desafío al que se enfrentan los participantes del Sínodo al hilo del instrumentum laboris es «superar una visión estática de los lugares», incluso los más sagrados y los más populares.

Por su parte, el relator general del Sínodo, el cardenal Jean-Claude Hollerich, ha puesto en valor cómo «la concreción de los contextos en los que se encarnan las relaciones, con su variedad, pluralidad e interconexión, y con su arraigo en el fundamento» son un resorte de la profesión de fe. Citando el instrumentum laboris, ha dicho que la Iglesia no puede entenderse sin «estar enraizada en un lugar y en una cultura», por lo que precisamente ha abogado por la concreción y por el arraigo, reflexionando sobre las redes de relaciones, que —según ha dicho— también están marcadas por el entorno digital.

En esa perspectiva, ha reflexionado sobre «las relaciones que se establecen entre lugares y culturas», lo que lleva a abordar la comunión, las diversas gamas de relaciones entre Iglesias y dentro de las Iglesias locales y el intercambio de dones, ha dicho enumerando elementos presentes en el instrumentum laboris. Hollerich ha confirmado el propósito del Sínodo de debatir sobre cómo «hacer hoy más eficaz su servicio y el de la Curia romana». Así ha destacado la experiencia de la asamblea como «rica e intensa», pero también ha dicho que no ha estado exenta de «penurias y dificultades».