La pastoral juvenil ya ha cambiado
Delegados y agentes de pastoral juvenil de España se reunieron en Valencia los días previos al Sínodo para trabajar, fundamentalmente, el instrumentum laboris desde distintas perspectivas
A pocos días de que empezara el Sínodo, hoy ya en marcha, los responsables de la pastoral con jóvenes en España se dieron cita en Valencia para trabajar fundamentalmente el instrumentum laboris y para compartir deseos o cuestiones que están echando en falta de cara a la reunión de obispos, además de tratar temas de seguimiento y encuentros que se acercan, como el de Taizé en Madrid o la JMJ de Panamá.
Participaron delegados diocesanos y responsables de pastoral juvenil de congregaciones y movimientos. Y también algunos jóvenes. Como es el caso de Javier Medina Sierra, representante español en el presínodo, que ofreció su particular visión del documento de trabajo que guiará el Sínodo. En su opinión, la pastoral juvenil ya ha cambiado incluso antes de la cita sinodal, sobre todo, por la preparación con procesos de participación, encuestas, el encuentro previo en el que participaron jóvenes de distintas confesiones… También cree que es un paso importante que no lo integren solo obispos, sino que también haya presencia de jóvenes… «No creo que un Sínodo vaya a cambiar el mundo, pero creo que es muy importante que la Iglesia convoque a los jóvenes para trabajar nuevas formas de evangelización», añade. Sí echa de menos, continúa, que el instrumentum laboris no dedique más espacio a los jóvenes alejados de la Iglesia: «Creo que debería haber un apartado sobre cómo salir fuera de nuestra zona de confort y hacer real nuestro compromiso con los más necesitados… Porque hoy hay una gran cantidad de jóvenes rendidos y no hay nadie que hable con ellos», concluye.
El rector del Seminario Diocesano de Moncada en Valencia, Fernando Ramón Casas, coincide en que los jóvenes, y especialmente los adolescentes, viven hoy un momento complicado por factores como la televisión o los medios de comunicación, que crean nuevas adicciones, y a los que la Iglesia le cuesta llegar porque utilizan nuevos lenguajes. Pero añade: «Esta dificultad es un estímulo para la Iglesia, pues en nuestro ADN está llevar el Evangelio y provocar el encuentro con Jesús. Para eso hay que estar cerca de ellos, gastar tiempo con ellos, sintonizar con sus preocupaciones. En definitiva, sumergirnos en la dinámica de Emaús. Podría parecer algo estéril, pero a la larga da fruto».
Por su parte, María del Carmen Álvarez, religiosa y responsable de Pastoral Juvenil de CONFER, ve en el acompañamiento personal el futuro: «Es una cosa que va a salir del Sínodo sí o sí. Se trata de un acompañamiento que no es un extra, sino un deber eclesial». Y estima que es importante porque en la actualidad los jóvenes que llegan a los grupos de fe tienen trayectorias diferentes –no bautizados, que llevan mucho tiempo sin pisar una Iglesia, jóvenes heridos…–. ¿Y todo ello para qué? «Para que su vida ordinaria no vaya por un lado y el crecimiento y maduración de la fe por otro. Creo que trabajar esto va a ser uno de los grandes retos del Sínodo: que los jóvenes integren la fe en su vida», concluye.