La parroquia que enseña a los abuelos a usar el móvil - Alfa y Omega

La parroquia que enseña a los abuelos a usar el móvil

Nuestra Señora de las Américas canaliza iniciativas de los fieles, desde clases de móvil a ayuda al desarrollo

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El templo está en una zona de clase media-alta
El templo está en una zona de clase media-alta. Foto: Nuestra Señora de las Américas.

«Buenas tardes. Me llamo Nicolás y en la Iglesia me siento muy bien y feliz, pero hay veces que siento que no nos ven, que no nos escuchan. Yo quiero una Iglesia donde todos podamos participar, donde nos vean y podamos sentirnos útiles. Que exista un espacio donde nos acerquen más a Jesús y nos ayuden a entenderle». Esto es lo que dijo hace unos días Nico, un chico con discapacidad, al obispo auxiliar de Madrid Vicente Martín, de visita pastoral a Nuestra Señora de las Américas. El prelado le dijo que para la Iglesia la parroquia «debe ser la casa de la abuela, donde todos piden sitio y caben». Esta concepción de la comunidad eclesial como un lugar que no pone límites a la gente que llega es la que busca el equipo sacerdotal del templo, encomendado hace unos años a la Fraternidad Misionera Verbum Dei.

«Aquí al principio no llegaba ni el autobús», afirma el párroco, Juan Francisco Martínez. Cuando hace décadas «esto no eran más que campos de labor», empezaron a construir en la zona casas para los norteamericanos vinculados a la base aérea de Torrejón, «y quizá de ahí venga el nombre que se le dio más tarde».

Vicente Martín durante su reciente visita pastoral
Vicente Martín durante su reciente visita pastoral. Foto: Nuestra Señora de las Américas.

Lo que hoy son los barrios de Piovera y Palomas, en el distrito de Hortaleza, constituyen una zona de viviendas para familias de clase media-alta. «Aquí viven pilotos, jueces, médicos y profesionales de cierto nivel, personas que todos los días toman decisiones de calado y que tiene posiciones de peso en sus entornos», cuenta el sacerdote. Lamenta que este perfil «quizá haga más difícil que fluya la vida comunitaria». Sin embargo, «es gente muy buena con mucha formación que tiene iniciativas muy interesantes que la parroquia intenta canalizar», añade.

175 kilos de comida infantil

En este sentido, desarrolla diversas actividades con un fuerte compromiso social y comunitario. Entre ellas, el párroco destaca los Martes Culturales, una sesión mensual dedicada a la reflexión sobre temas de actualidad. Para favorecer la integración en el vecindario y apoyar a distintos colectivos en necesidad, se llevan a cabo proyectos como la ayuda a los mayores en el uso del móvil, una herramienta fundamental que les permite fortalecer sus vínculos y combatir la soledad. Además, cuentan con un equipo de pastoral de los enfermos, un grupo de scouts y programas de apoyo mutuo como Alcohólicos Anónimos y Al-Anon —para familiares y amigos de adictos—, estos últimos de los más veteranos de Madrid.

Este compromiso trasciende nuestras fronteras. Por iniciativa de un cirujano vinculado a la parroquia se impulsan proyectos de ayuda a Venezuela, República Democrática del Congo —donde se mantienen un colegio en Kinshasa y un pozo para abastecer de agua a un poblado— y Kurdistán. Los fieles se volcaron también en la campaña por la DANA y lograron enviar 175 kilos de alimentos para niños.

El pozo en Kinshasa que han hecho posible los feligreses
El pozo en Kinshasa que han hecho posible los feligreses. Foto: Nuestra Señora de las Américas.

En el ámbito espiritual existe un grupo de lectio divina, que profundiza en la lectura del Evangelio del domingo siguiente, y otro de Confirmación para personas con discapacidad. Este ya ha celebrado dos ceremonias para que sus miembros reciban este sacramento y ha obtenido del obispo auxiliar el compromiso de organizar próximamente una jornada jubilar en la catedral de la Almudena.

Por ello, aunque la parroquia de Nuestra Señora de las Américas «queda en un rinconcillo del barrio, queremos estar muy cerca de la gente», dice el sacerdote. Pone el ejemplo de familias que se acercan en situaciones no habituales de convivencia y piden bautizar a sus hijos. «Aquí acogemos a todo el mundo y, si podemos, les decimos que sí», concluye.