La parroquia María Madre del Amor Hermoso hace de madre para dar a luz a Cristo en el barrio
Esta parroquia tiene dos sedes en un barrio en expansión. Los laicos son protagonistas porque «el cura no es el showman»
«Queremos que la nuestra sea una comunidad de esperanza, porque está orientada al futuro», afirma Carlos González, el sacerdote a cargo de la parroquia María Madre del Amor Hermoso, que este año alcanza sus 60 años de vida. Situada en el barrio de Butarque, al sur de la ciudad de Madrid —lindando con el Cerro de los Ángeles—, está en una zona de gran expansión que continuamente ve cómo se levantan del suelo nuevos edificios de viviendas.
Curiosamente, es una parroquia con dos sedes: la más antigua está en el casco viejo de Villaverde, donde viven sobre todo mayores y migrantes; la otra está en una zona más moderna, de una edad media muy joven, con cuatro colegios y dos institutos. Hace unos meses el cardenal José Cobo bendijo allí los locales, «por lo que tenemos muchas ganas de acercarnos a nuestros vecinos», dice González.

La diferencia entre ambas es de unos minutos andando, pero son una sola. El equipo sacerdotal lo conforman el propio González más un vicario parroquial, un sacerdote congoleño adscrito que está estudiando en Madrid y un seminarista que se encuentra en su etapa pastoral. A ellos se les suman la Religiosas del Verbo Encarnado —no confundir con el IVE—, pero, sobre todo, el especial protagonismo de «unos laicos excepcionales». Para el párroco, «el cura no lo tiene que hacer todo, no es el showman, sino que son los seglares los que lideran la pastoral y la sacan adelante». También hay cuatro comunidades del Camino Neocatecumenal, muy presentes en la vida parroquial desde sus orígenes y en primera línea de evangelización tanto aquí como en otros barrios. En total, todos los fieles constituyen «un mosaico de carismas en el que cada uno pone su grano de arena», subraya González.
El fundamento de la comunidad es la adoración diaria y una liturgia «muy cuidada», en la que cobra especial relevancia la música. Además, están las reuniones mensuales de la Adoración Nocturna y una iniciativa especial: una adoración misionera que llaman Adonight: «Salimos a la calle tres veces al año para invitar a la gente que pasa por la calle a entrar a la iglesia a rezar un rato. Son muy pocos los que lo rechazan. La gente entra, enciende su vela, reza un poco y se lleva un pequeño texto de la Escritura», cuenta.
Familia y misión
De la liturgia y la oración «brota todo», dice el párroco: la pastoral familiar, la catequesis, las misiones en Sierra Leona y la labor de Cáritas. Sobre la primera pastoral hay un grupo de matrimonios que se reúne una vez al mes para compartir la vida y sus inquietudes; también hace excursiones familiares así como rutas románticas a la luz de la fe. Eso va unido a un acompañamiento familiar que la parroquia ofrece a los esposos; y también al curso Enlaza2, que sirve para cuidar y renovar la relación conyugal.
La formación va desde la habitual de la Primera Comunión, a la que asisten un centenar de niños, hasta la de los universitarios, que a final de curso viven juntos la experiencia de realizar un campo de trabajo. Esta dimensión misionera se encauza también a través de una iniciativa en Sierra Leona junto a una comunidad local de clarisas.

Por último, Cáritas parroquial atiende a personas recién llegadas de otros países, ofreciéndoles cursos de capacitación y otras ayudas materiales, «sin dejar de lado el acompañamiento espiritual, que muchas veces se olvida, para que tengan siempre presentes a Dios y no lo abandonen al aterrizar en medio de la vorágine de su nueva vida en España», señala el párroco. En definitiva, la parroquia quiere hacer honor a su nombre, ofreciendo su maternidad al barrio para dar a luz «al amor más hermoso que nadie puede vivir, que es el de Cristo».