La parroquia irlandesa que está en la UE... y no
La Iglesia católica, junto a las demás realidades cristianas, ha sido una de las principales voces para exigir que el Brexit no devolviera a Irlanda una frontera dura. De ser así, dividiría hasta cuatro de sus diócesis
«Somos gente pragmática. Nos las apañaremos», confía el padre Donal Kilduff. Es secretario de una de las cuatro diócesis irlandesas divididas por la frontera entre el Reino Unido e Irlanda. Límite que además es, desde febrero de 2020, la única separación terrestre entre aquel país y la Unión Europea. Por ello la Iglesia católica, junto con la anglicana, la presbiteriana y la metodista llevan años trabajando para exigir que en las negociaciones del Brexit se regulara bien esta realidad y «los efectos en Irlanda del Norte fueran los mínimos posibles» tras el final del período de transición este 1 de enero, explica a Alfa y Omega Donal McKeown, obispo de Derry.
Kilmore, la diócesis de Kilduff, es la única de estas circunscripciones con su sede en la República de Irlanda y unas pocas parroquias en el norte. En el resto de casos (la sede primada de Armagh, Derry y Clogher) ocurre al revés. Además, hay una única conferencia episcopal en la isla. Una realidad curiosa hasta el punto de que en Derry existe una parroquia biestatal. Pero que «no define nuestra identidad», subraya Kilduff.
Los sacerdotes pueden ser enviados a cualquier parroquia. Las únicas diferencias son las leyes educativas que siguen los colegios, la moneda y, últimamente, las restricciones frente al coronavirus. Como en la República de Irlanda no hay culto público aún, «hay gente de Donegal que hace unos kilómetros para ir a Misa a Derry o Strabane», pues en Irlanda del Norte sí hay celebraciones.
Una muestra más de que «para la mayor parte de la gente», una frontera que este año cumplirá un siglo «tiene poco significado psicológico», explica McKeown. Derry, por ejemplo, es históricamente el referente comercial de áreas irlandesas como Inishowen y Donegal, mejor comunicadas con ella que con el resto de su país. «Los apellidos se repiten, hay lazos familiares», y cientos de personas cruzan la frontera cada día para trabajar, estudiar, divertirse o ir al médico. «Muchos en Irlanda del Norte tenemos pasaporte irlandés, más práctico para volar desde Dublín».
Los Problemas
La cuestión administrativa no era muy diferente durante The Troubles (Los Problemas), el conflicto entre nacionalistas y unionistas. Pero sí todo lo demás. Kilduff recuerda un breve período en el condado de Fermanagh, en Irlanda del Norte, en 1983. Los controles militarizados «limitaban mis movimientos hasta cuando me movía en mi parroquia». Pero lo peor eran «las graves tensiones y la desconfianza». La mitad católica de Irlanda del Norte «se sentía oprimida» y buscaba en la parroquia «apoyo moral y espiritual». El conflicto, matiza, «no era entre católicos y protestantes». Pero «la voz de los unionistas era protestante».
Con todo en su diócesis, al ser rural, «los vecinos se las arreglaban» mejor que en Derry, considerada uno de los lugares donde prendió la mecha de la violencia, y escenario de hitos como el Domingo Sangriento de 1972. Pero la ciudad y sus iglesias, insiste su obispo, «también estuvieron muy implicadas en iniciativas para construir la paz de forma callada». Su próximo proyecto es celebrar, todos los cristianos juntos, el 1.500 aniversario del nacimiento de san Columba de Iona, monje misionero gaélico al que quieren presentar «como parte de nuestra historia compartida».
- Siglo XII: Se crean la mayor parte de las diócesis irlandesas
- 1921: Durante la Guerra de Independencia, se traza la frontera entre seis condados del Ulster y la posterior República de Irlanda
- 1923: El Área Común de Viajes minimiza los controles fronterizos
- 1998: El 10 de abril los Acuerdos de Viernes Santo ponen fin a 30 años de conflicto y desmilitarizan la frontera.
- 2019: El 17 de octubre se logra un Acuerdo de Retirada para el Brexit, incluido un protocolo para mantener la frontera irlandesa libre de aduanas
«Nuestra misión no cambia»
Así nació un proceso de paz que partía de reconocer la «identidad irlandesa» de Irlanda del Norte, y que dio un salto adelante con los Acuerdos de Viernes Santo. El objetivo de hacer invisible la frontera «funcionaba sobre la base de que tanto el Reino Unido como Irlanda estaban en la UE», continúa el obispo. Como consecuencia, en casi un cuarto de siglo la economía se ha «integrado inextricablemente». Un Brexit sin protocolo habría amenazado el desarrollo socioeconómico, y la vuelta de una frontera dura habría sido un golpe casi mortal a la paz.
Afortunadamente, el protocolo les permite esperar «que nada cambie ahora, tras el 1 de enero», comparte McKeown. Se muestra especialmente agradecido por que Irlanda haya asumido los gastos necesarios para que todos los residentes de Irlanda del Norte, independientemente de su pasaporte, conserven la cobertura sanitaria europea y puedan participar en el programa Erasmus.
Es posible que este Brexit haya servido para reforzar la identidad irlandesa y europea de los norirlandeses, y para trasladar la frontera al mar que los separa de Gran Bretaña. ¿Abriría esto una ventana a una hipotética reunificación? El obispo de Derry responde en español: «¿Qué será, será?». «La diócesis estaba aquí» antes de la partición, «y lo seguirá estando si la frontera desapareciera». Las convulsiones políticas «han cambiado el contexto en el que trabajamos, pero no nuestra misión: predicar el amor y la misericordia de Dios».