La ONU alerta sobre los riesgos del aumento en el consumo de plásticos
La pandemia ha multiplicado el uso de material sanitario y de botellas y envases de un solo uso. Este fenómeno amenaza con revertir los avances en la reducción y el reciclaje, y afecta desproporcionadamente a los más vulnerables
Si se extrapolara el uso de material de protección durante la primavera de 2020 en Italia, en todo el mundo se tirarían al mes 129.000 millones de mascarillas y 65.000 millones de guantes. En Wuhan (China), los desechos hospitalarios en las peores semanas de la pandemia fueron de 240 toneladas por día, seis veces más de lo habitual. Y un solo hospital de Jordania los multiplicó por diez, pese a tener solo 95 pacientes con COVID-19.
Son algunos de los datos que se desprenden de un informe publicado este martes por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la ONG Azul. El estudio hace referencia al quizá inevitable aumento del material sanitario. Pero también a otro uso exagerado más difícil de justificar, como el de botellas, envases desechables de comida para llevar y otros plásticos. En Singapur, por ejemplo, estos objetos llevaron a que durante su confinamiento, de ocho semanas, se generaran 1.470 toneladas adicionales de desechos plásticos.
Si se sigue la tendencia histórica, solo un 10 % de estos plásticos se reciclará alguna vez, y un 70 % acabará en vertederos o en el medio ambiente. Un 12 % será quemado de forma contaminante y peligrosa para la salud. Más allá del daño inmediato que todo esto supone, los autores afirman que este fenómeno va a tener «un impacto devastador» en la lucha contra el plástico. «Nos va a llevar muchísimo tiempo entender realmente sus consecuencias a largo plazo», afirmó Juliano Calil, autor principal del informe, al presentarlo.
Una campaña de ventas
Esto se debe, entre otros factores, a que el aumento del consumo coincidió con un parón en el transporte que hizo desplomarse los precios del petróleo. Así, las resinas vírgenes para fabricar plástico eran más baratas que las recicladas, con un doble efecto negativo: se incentivaba la producción de nuevos materiales plásticos, y las empresas dedicadas al reciclaje redujeron de forma importante sus ingresos. Por ejemplo, una instalación que recicla polietileno en Portugal ingresó un 40 % menos. Esto pone en peligro su viabilidad, y hace posible que cuando se intente revertir la tendencia haya menos entidades dedicadas al reciclaje.
Por otro lado, el informe apunta a que el aumento del consumo de plásticos desechables no ha sido solo una consecuencia espontánea de la pandemia. En países como Estados Unidos, ha tenido detrás una campaña concertada. En las primeras semanas de la pandemia en marzo de 2020, se revela, el Departamento de Salud y Servicios Humanos del país recibió una carta de la Asociación de la Industria del Plástico solicitando un anuncio público del Departamento elogiando los beneficios para la salud y la seguridad de los plásticos de un solo uso. Se pedía también que se criticaran las normas que prohíben estos materiales.
Ello, a pesar de que existían estudios que afirmaban que el coronavirus sobrevive el triple de tiempo en el plástico que en el cartón (72 horas frente a 24). Otras investigaciones mostraban que no hay más problemas de salud relacionados con los productos reutilizables que con los de un solo uso.
Efectos en los más vulnerables
Otro aspecto importante del informe es que subraya cómo el abuso de los plásticos afecta de forma desproporcionada a las personas más vulnerables. Prueba de ello son las personas que en muchos países del mundo sobreviven rebuscando en la basura materiales para reciclar. Además de las dificultades que el confinamiento ha supuesto para estos trabajadores informales, en Manila (Filipinas) no podían venderlo por el cierre temporal de muchas de las empresas que solían comprárselos. Y, en general, en el sudeste asiático estas personas tuvieron que reducir sus precios en un promedio del 21 %.
Por otro lado, las comunidades más vulnerables sufren más las consecuencias de la degradación ambiental causada por todo el ciclo de vida de los plásticos. Ocurre desde la primera fase, la extracción del petróleo, que genera deforestación y desplazamientos de pueblos indígenas.
Además, durante la fabricación se generan aguas residuales, se producen fugas contaminantes que ensucian fuentes de agua potable y se emiten sustancias tóxicas y gases de combustibles fósiles. Esto último ocurre igualmente durante la incineración de los desechos. Todos estos fenómenos afectan más a las zonas cercanas a fábricas, vertederos y plantas de incineración, donde suelen vivir grupos más vulnerables y excluidos.
Control, gestión y reducción
Al margen de ello, los autores recuerdan que quienes dependen de los recursos marinos para trabajar pueden verse afectados por las consecuencias de la contaminación del mar por plásticos y microplásticos. Y que estos últimos pueden además terminar llegando de forma imperceptible a muchas más personas a través de la cadena alimentaria.
Por todo ello, recomiendan que los gobiernos amplíen su control de los desechos plásticos, estudien sus impactos en la salud e inviertan en una gestión adecuada de los mismos. Los gobiernos también deberían adoptar y aumentar la aplicación de las prohibiciones de los plásticos de un solo uso y fomentar la reducción, el reciclaje y la reutilización.