La ONG católica Sonrisas de Fe rescata y acoge a 1.500 refugiados ucranianos
«Ha sido la Providencia la que se ha encargado de todo», subraya el fundador, cuya entidad no se ha gastado ni un solo euro en el proyecto solidario
Hasta 1.500 personas ha podido salir, de momento, del infierno en el que se ha convertido Ucrania gracias a la ONG española Sonrisas de fe. En un principio, la entidad se dedica al «acompañamiento de personas hospitalizadas. Y ahora estamos reuniendo un grupo de voluntarios para poder dar clases particulares a niños hospitalizados para que no pierda el curso escolar», explica su presidente y fundador Jonathan Hergueta.
Pero cuando estalló el conflicto, «me horroricé de lo que veía por la televisión y pensé que debíamos poner todos nuestros medios de gestión para poder ayudar en lo que sea. Aunque en ese momento no sabía que íbamos a poder ayudar tanto», confiesa.
El operativo, implementado en coordinación con la embajada de Ucrania, se centra en la frontera con Polonia. «Cuando las madres y los niños consiguen llegar hasta allí, nosotros ya tenemos listos los autobuses y las furgonetas que les traerán hasta España». Y una vez en nuestro país, los refugiados son alojados en casas de distintas familias voluntarias. Un encuentro que el presidente define como «muy bonito e impactante. Son personas que están muy agradecidas, pero hay que tener en cuenta que vienen mal psicológicamente. Algunas han perdido a sus maridos o a sus hijos, y eso es un drama».
Por último, la ONG, de inspiración católica, regala a las personas que acaban de llegar «una estampa de la imagen de la Divina Misericordia donde se puede leer “Jesús, confío en ti”, para que nunca olviden que han sido ayudados por Dios, y que nosotros solo somos unos instrumentos en sus manos», explica Hergueta.
De hecho, el proyecto de rescate y acogida ha sido realizado a coste cero para la entidad. «Ha sido la Providencia la que se ha encargado de todo», subraya el fundador. «Lanzamos una petición de ayuda por distintos medios y la respuesta ha sido abrumadora. Nos han dejado autobuses, hay personas que han hecho recogidas de alimentos, las farmacéuticas nos han donado medicinas…». La ayuda, según Jonathan «no es una cuestión tanto de dinero sino de solidaridad, y en nuestro caso también de fe».