La nueva evangelización del mundo habla español

La clausura del Año de la fe ha tenido ya dos prólogos: una celebración en el Monte del Precipicio, en Nazaret, con una ceremonia para los cristianos de Tierra Santa y Oriente Próximo; y otra en Ciudad de México, en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, con el encuentro de 500 representantes de la Iglesia en todo el continente americano, entre ellos cerca de 80 obispos y cardenales, como el cardenal Marc Ouellet, que acudió en calidad de presidente de la Pontificia Comisión para América Latina y representante de la Santa Sede, el cardenal arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, o el arzobispo primado de México, el cardenal Norberto Rivera. El encuentro amplió a Norteamérica la Misión continental, convocada por los obispos latinoamericanos en la Conferencia de Aparecida (Brasil, 2007). El redactor principal del Documento de Aparecida, con el que se convocó a esa Misión continental, fue el entonces cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires.

Una Iglesia que se siente satisfecha

El Papa Francisco se unió al Congreso de Guadalupe a través de un videomensaje, en el que ha insistido en que los cristianos deben salir de la propia comunidad y atreverse a llegar a las periferias existenciales, que necesitan sentir la cercanía de Dios, leitmotiv de su pontificado: «Él no abandona a nadie y siempre muestra su ternura y su misericordia inagotables, así que esto es lo que hay que llevar a toda la gente».

El Papa Francisco explica a las claras su visión de la Iglesia, que no es un grupo de reuniones rituales, y pide «que toda la actividad habitual de las Iglesias particulares tenga un carácter misionero». En pocas palabras, la Iglesia, o es misionera o no es Iglesia. En su mensaje, el Pontífice señala que «es vital para la Iglesia no encerrarse, no sentirse ya satisfecha y segura con lo que ha logrado. Si sucediera esto, la Iglesia se enferma, se enferma de abundancia imaginaria».

Un segundo punto –les dijo el Papa a los presentes en esta peregrinación-encuentro– es que «el objetivo de toda actividad pastoral siempre está orientado por el impulso misionero de llegar a todos, sin excluir a nadie, y teniendo muy en cuenta la circunstancias de cada uno. Se ha de llegar a todos y compartir la alegría de haberse encontrado con Cristo. No se trata de ir como quien impone una nueva obligación, como quien se queda en el reproche o la queja ante lo que se considera imperfecto o insuficiente». Y añadió que «la tarea evangelizadora supone mucha paciencia…». Más aún: «También sabe presentar el mensaje cristiano de manera serena y gradual, con olor a Evangelio, como lo hacía el Señor. Sabe privilegiar, en primer lugar, lo más esencial y más necesario, es decir, la belleza del amor de Dios que nos habla en Cristo muerto y resucitado».

El clericalismo daña

A los sacerdotes, les invitó a no caer en la tentación del clericalismo, «que tanto daño hace a la Iglesia en Iberoamérica», porque «es un obstáculo para que se desarrolle la madurez y la responsabilidad cristiana de buena parte del laicado». Porque «el clericalismo –dijo– entraña una postura auto-referencial, una postura de grupo, que empobrece la proyección hacia el encuentro del Señor, que nos hace discípulos, y hacia el encuentro con los hombres que esperan el anuncio». El encuentro fue organizado por la Pontificia Comisión para América Latina, en colaboración con el santuario de Guadalupe, los Caballeros de Colón y el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos. Don Guzmán Carriquiry, secretario general de la Pontificia Comisión para América Latina, laico uruguayo y fiel colaborador de cinco Papas, ha contado que este Papa le había comentado el vivo deseo de participar en ese encuentro, aunque su agenda le imposibilitó viajar a México. La celebración ha servido, sin embargo, para que la Iglesia del Norte y el Sur del continente americano se una más aún en el mensaje profético de la evangelización. Un testimonio decisivo en momentos en los que sigue aumentando la presencia hispana en los Estados Unidos.