La nueva escultura de San Pedro, un recordatorio sobre «el reto evangélico de la acogida»
La plaza de San Pedro del Vaticano cuenta desde esta semana con una nueva escultura que representa a 140 migrantes y refugiados de diferentes culturas y épocas para recordar «el reto evangélico de la acogida», asegura el autor, el canadiense Timothy Schmalz
Desde hace cuatro siglos el espacio abierto diseñado como un gran abrazo de fe por el arquitecto del barroco Gian Lorenzo Bernini ha permanecido inmutable, pero la ocasión lo merecía. El domingo la Iglesia celebró la 105ª Jornada Mundial para los Migrantes y Refugiados y el Papa decidió homenajearlos con una nueva escultura en la plaza de San Pedro. La imponente obra, de seis metros de altura y tres toneladas de peso, esculpida en bronce y arcilla, representa a 140 migrantes y refugiados de diferentes culturas y épocas y fue descubierta por el Pontífice con la ayuda de cuatro refugiados, entre ellos una madre africana que llevaba a su hijo dormido en la mochila.
El número no es casual: «Son 140 porque alrededor de la plaza de San Pedro hay 140 figuras de santos; una por cada columna», explica en conversación con Alfa y Omega el autor. El artista canadiense Timothy Schmalz, revela que fue una idea del propio Papa: «Como él ha explicado, la idea de Francisco era colocar e instalar la estatua para recordar a todos el reto evangélico de la acogida».
Su principal interlocutor fue el sacerdote Michael Czerny, subsecretario de la oficina de Migrantes y Refugiados del Vaticano, que será creado cardenal por el Papa durante el consistorio del 5 de octubre. El título de su obra es Angels unaware (Ángeles sin saberlo) que hacer referencia al pasaje de la Carta a los Hebreos 13:2. «Esa parte del Evangelio llama a ser hospitalarios. “No olvidéis la hospitalidad, porque algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”. Por eso hay unas alas de un ángel que emergen en medio de la escultura», reconoce.
Los rostros prefiguran el sufrimiento de los africanos o los sirios, que arriesgan su vida para llegar a Europa, la persecución nazi de los judíos, la devastación de la Amazonía o la desolación del comunismo. Para su elaboración, el artista se basó en fotografías reales de inmigrantes y, en algunos casos, incluso algunos refugiados africanos posaron ante él.
En marzo de 2016, otra escultura de Schmalz que representaba a Jesús en tamaño natural, representado como un hombre sin hogar echado sobre un banco, tapado solo por una manta ligera y con los pies con las señales de la crucifixión, fue colocada —durante la Semana Santa del Año Jubilar— en el patio de Sant’Egidio en el Vaticano, a la entrada de las oficinas de la Limosnería Apostólica. También es autor de obras que reflejan el drama del aborto o la teología del cuerpo.