La muerte de Isa Solá, «una oportunidad para perdonar»
Las muestras de dolor por la muerte de Isa Solá y sobre todo las de agradecimiento por una vida entregada a los más pobres entre los pobres continúa. De hecho, ya se han celebrado Eucaristías por ella en Madrid y Barcelona, así como en otros lugares de la geografía nacional. Uno de los testimonios que más ha impactado ha sido el de Monica Joseph, superiora general de la Congregación de Jesús-María, la de la misionera española: «Después de recibir la noticia de la prematura y brutal muerte de nuestra querida Isa, estaba muy impresionada, no podía creer la noticia y las lágrimas corrían por mis mejillas. Quería a Isa. Era un soplo de aire fresco, una mujer con visión de futuro, de esas personas que entran en nuestro planeta con dinamismo, entusiasmo por la vida, energía y gran espíritu misionero. Después de recibir la noticia, me senté en nuestra capilla, en Paría, preguntándole a Dios: ¿por qué permites que le suceda esto a ella…? ¿Por qué, Señor?».
La superiora explica a todas sus religiosas que, tras perder a Isa por la violencia, solo quedan dos opciones: entrar en el círculo vicioso de la violencia o perdonar. «Dejemos que esto sea una oportunidad para ser positivas y perdonar y elegir caminos y medios encaminados a la sanación y la reconciliación en nuestro mundo herido y violento. No es accidental que en este momento de la historia, como congregación nos enfrentemos a muertes provocadas, violaciones, robos y asesinatos y, por tanto, participemos en la cruz de Cristo».
Desde Haití, otro misionero español, el jesuita Marcos Recolons, también compartió su experiencia con Solá en una carta publicada en Cristianisme i Justicia. Fue de los primeros en conocer que la religiosa española había sido atacada. Al día siguiente, celebraba en su casa una Eucaristía. «Había unas 40 personas. Dije que nos reuníamos, como los primeros cristianos, para celebrar el triunfo de Isa. Quise que mi homilía tuviese el carácter de una contemplación para llenarse de esperanza», escribe. También cuenta que compartían un proyecto educativo: construir una escuela, que, además, incluyera un dispensario fijo y una vivienda para las religiosas. «En la espera de obtener la aprobación de su congregación le han arrancado la vida», concluye.