La monja coraje denuncia la represión en Myanmar
Ann Rose Nu Tawng, la religiosa birmana que se arrodilla ante el Ejército en las manifestaciones, denuncia la represión del régimen militar en el libro Matadme a mí, no a la gente
El pasado 28 de febrero, la hermana Ann Rose Nu Tawng salió de la clínica en el norte de Myanmar, donde trabaja de enfermera, tras escuchar el bullicio de los golpes y los gritos. Se plantó ante los militares, se arrodilló extendiendo los brazos en cruz y les suplicó que desataran la violencia contra ella y dejaran en paz a los jóvenes manifestantes. «Yo misma recibí dos pedradas. Grité a los manifestantes que entrasen en la clínica, y muchos lo hicieron. Y a continuación, fui a plantarme delante de la Policía […]. Gritaba y lloraba por la tensión y la emoción. Me puse de rodillas y elevé los brazos al cielo, invocando el auxilio del Señor», recuerda en la única entrevista que ha concedido desde entonces, al periodista italiano Gerolamo Fazzini. Myanmar, la antigua Birmania, es «un país inaccesible para los medios» y la religiosa no quiere exponerse. Su vida corre peligro. Sus superioras le han aconsejado salir lo menos posible y, de vez en cuando, los militares la visitan en la clínica para cerciorarse de que sigue allí.
«Se ha convertido en un elemento incómodo para la dictadura militar», asegura Fazzini desde la ciudad italiana de Lecco, donde reside. Para las comunicaciones usaron WhatsApp, uno de los pocos recursos que el régimen de Myanmar no es capaz de controlar. Cuando la religiosa entendió que podía fiarse de él, comenzó a enviarle pruebas de cómo los militares han ahogado en sangre las protestas. «En un solo día me mandó 20 fotos. Gente torturada, con moratones, cortes, llenos de sangre…», detalla. Una violencia perpetuada en la carne de los que quieren democracia. Según la información que manejan las ONG locales, más de 1.100 personas han sido asesinadas desde que el 1 de febrero los militares se hicieran con el poder a la fuerza.
Nu Tawng, de 44 años, repitió su gesto el pasado 8 de marzo. Solo que entonces una cámara inmortalizó a esta mujer sola e indefensa frente al Ejército armado. «La foto se convirtió en un icono de la evidente desproporción de fuerzas», como la imagen del joven chino que desafió a los tanques en la plaza Tiananmen de Pekín en 1989. «Ella no es tonta, era plenamente consciente del peligro que corría», dice con certeza Fazzini, pero sintió que era Dios quien la empujaba. «Se sirvió de mí en el momento en que me arrodillé frente a los militares», según señala la propia religiosa en el libro Matadme a mí, no a la gente (Publicaciones Claretianas). El volumen lleva por título la súplica que hizo a los agentes. «Decidí no moverme de allí hasta que no se hubiesen marchado. Vinieron a hablarme también mi superiora y el obispo, Francis Daw Tang, para tratar de convencerme de que volviera a entrar. Pero yo me quedé allí durante tres o cuatro horas, hasta que golpearon a un joven en la cabeza», rememora. Sor Anne Rose es parte de esa Iglesia en salida que hace suyos los problemas del mundo. «Han sido muchos los religiosos que han desfilado por las calles del país con el rosario en la mano y las pancartas alzadas», asegura Fazzini. En el corazón de esta monja y enfermera están los jóvenes. Son sobre todo ellos los que han recibido los ataques de las Fuerzas de Seguridad. «Son el tesoro del país», expone, pero la «Policía y los soldados los han matado, y esto representa una grave pérdida para Myanmar». «Este no será jamás un país democrático mientras los policías y los soldados, que deberían proteger a las personas, las maten», subraya.
La junta militar de Myanmar ha anunciado la liberación de más de 5.000 personas detenidas en las protestas, pero «la situación empeora cada día», dice Fazzini, que sigue escribiéndose con la religiosa semanalmente. «Hay un problema político de fondo, porque el Gobierno militar está apoyado por China y Rusia, aunque no se diga oficialmente. Esto hace que la ONU tenga las manos atadas, ya que estos países forman parte de los Consejos de Seguridad», relata el periodista.
En su opinión, «todo el pueblo» de Myanmar pide «libertad y democracia». Las protestas han logrado arrinconar las profundas diferencias étnicas de la sociedad birmana y «hemos visto a católicos, musulmanes y budistas manifestarse juntos por la calle». Tras más de nueve meses de brutal represión, el «Ejército ha comenzado a bombardear las zonas fronterizas», dejando más de 300.000 desplazados internos.
Gerolamo Fazzini
Publicaciones Claretianas
2021
88
7 €