La Mesa por la Hospitalidad de Madrid recalca su apoyo a la ILP de regularización de migrantes
El delegado de Movilidad Humana de la archidiócesis demanda acabar con la retórica de que «los inmigrantes vienen a quitarnos lo nuestro». «Es al revés», protesta
«Sería bueno para la sociedad que se reconozca de derecho una cosa que ya es de hecho: que los inmigrantes están contribuyendo a la sociedad». Es la reivindicación que hace en conversación con este semanario Rufino García Antón, delegado de Movilidad Humana de la archidiócesis de Madrid y quien firma un comunicado que la Mesa por la Hospitalidad ha lanzado este martes con motivo del Día Mundial del Migrante. «Yo suelo decir que estos días internacionales están bien para refrescarnos la memoria, pero hacen referencia a una realidad que debemos tener presente todos los días del año», añade.
El mensaje difundido por la Mesa por la Hospitalidad en la jornada de hoy recuerda, «como dice la doctrina social de la Iglesia, que las políticas migratorias deben respetar la dignidad humana y garantizar derechos fundamentales como la salud, la vivienda, la educación y el empleo digno». Además, el comunicado incluye una cita del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, quien señala a menudo que la contribución que se pide a las autoridades no es «solo dar ayuda, sino dar dignidad a quien llega, sin importar su origen ni su estatus».
García Antón recalca también, en nombre de la Mesa por la Hospitalidad, el apoyo de las diferentes organizaciones que la componen a la iniciativa legislativa popular para regularizar a medio millón de migrantes. Además, el delegado subraya la existencia de dos tipos de urgencias. Por un lado, las estrictamente sociales, es decir, «que consideremos a las personas migrantes como personas sujetas de derechos». Algo que parece muy obvio pero que se extiende también a solicitar para ellos «el derecho a la documentación, a una vivienda digna y a una atención sanitaria como todos los ciudadanos».
Pero señala además la necesidad de resolver otras urgencias humanas. «Es muy importante la acogida a nivel humano y que en la sociedad se favorezcan los relatos positivos sobre cómo la inmigración es una riqueza para la sociedad y para la Iglesia», señala.
Finalmente, demanda acabar con las retóricas por las cuales «los inmigrantes vienen a invadirnos y a quitarnos lo nuestro». «Es al revés: ellos vienen a aportarnos su riqueza. Y, por tanto, todos ganamos en la sociedad si se produce la integración».