La «mentira» de la ideología de género a los niños: tú eliges ser chico o chica
Esta propuesta, respaldada por la legislación en nuestro país y que se pretende imponer en todos los centros independientemente de su ideario, puede, según expertos consultados por Alfa y Omega, causar «confusión» y «sufrimientos» en jóvenes y adolescentes en proceso de formación. Además de una falta de libertad para quienes no la acepten o la critiquen, pues pueden verse sometidos a sanciones e incluso a la retirada de conciertos en el caso de la educación
«Hoy a los niños –¡a los niños!– se les enseña esto: que cada uno puede elegir el sexo. ¿Y por qué se enseña esto? Porque los libros son de las personas e instituciones que te dan dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas también por países muy influyentes. Es terrible». «La ideología de género lleva a proyectos educativos y a directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculada de la diversidad biológica entre hombre y mujer». «Me contaba un papá francés que en la mesa hablaba con los hijos, católicos como él y su mujer; y le preguntaba al niño de 10 años sobre qué quería ser cuando fuese grande. “Una muchacha”, respondió. El papá se acordó de que el libro del colegio enseñaba la teoría de género y esto va contra las cosas naturales. Una cosa es que una persona tenga esta tendencia, esta opción, e incluso cambie de sexo, y otra cosa es hacer la enseñanza en la escuela con esta línea para cambiar la mentalidad». «Las personas se deben acompañar como las acompaña Jesús. Cuando una persona que tiene esta condición llega hasta Jesús, Jesús no le dirá: “Vete porque eres homosexual”. No. Yo me refiero a esa maldad que hoy se hace en el adoctrinamiento de la teoría de género».
Todas estas palabras pertenecen al Papa Francisco, que no ha dudado en denunciar, en numerosas ocasiones, lo que considera «una equivocación de la mente humana que genera confusión», sobre todo, cuando se intenta imponer a los más pequeños. Además, también recalca el Pontífice la diferencia entre el análisis crítico de una ideología como esta y las personas, a las que siempre hay que acoger.
María Lacalle, doctora en Derecho y profesora de la Universidad Francisco de Vitoria, ahonda en una entrevista con Alfa y Omega: «La ideología de género defiende que cada uno puede elegir en cada momento de su vida cuál es su género y su orientación sexual, con total independencia de su cuerpo masculino o femenino. Niegan que la humanidad esté formada por hombres y mujeres, y defienden que está formada por sujetos que eligen en cada momento su género en función de cómo se sienten y cómo quieren ser percibidos. Sorprendentemente, se han llegado a definir 112 géneros. Y para que esto pueda hacerse realidad, esta ideología lucha por la deconstrucción de la sociedad y por la abolición de todas las normas, instituciones, usos y costumbres que puedan ser un obstáculo, como el matrimonio y la familia, donde la identidad masculina y femenina, íntimamente relacionadas con la paternidad y la maternidad, son vividas en toda su hondura».
Especialmente vulnerables a este mensaje son los niños y adolescentes, pues varios expertos consultados por este semanario señalan que provoca «confusión, desconcierto y mucho sufrimiento». Dice María Lacalle que en ocasiones, a determinadas edades, se pueden presentar dudas sobre la identidad sexual que en su mayoría se resuelven solas, pero añade que «si en esos momentos de duda se dice a los niños y niñas que pueden elegir lo que quieren ser, lo que son dudas que se resuelven solas se pueden convertir en un problema grave, especialmente si se recurre a procedimientos invasivos y en ocasiones irreversibles, como tratamientos hormonales con serios efectos secundarios o cirugía de reasignación sexual».
Evidencias
Esta afirmación encuentra soporte en los datos de la Asociación Americana de Psiquiatría, que señala que el 98 % de los varones y el 86 % de las mujeres que durante la infancia confunden su género, finalmente aceptan su sexo biológico tras pasar por la pubertad. Y por esto, otra organización médica americana, en este caso el Colegio de Pediatras, advierte de que «condicionar la educación de los niños haciéndoles creer que la suplantación del sexo biológico es algo normal y saludable, es abuso infantil. Promover la ideología de género de forma generalizada a través de la educación confundirá a niños y padres».
De hecho, María Lacalle la define como «una ideología radicalmente anticientífica», pues rechaza «las evidencias más claras y rotundas como que los seres humanos son hombres y mujeres, lo cual está determinado genéticamente, diferencia biológica que está orientada a la reproducción y a la perpetuación de la especie». «No hace falta ser católico para comprender esto, que es evidente. Aunque es cierto que la fe católica arroja, además, una luz que nos permite comprender en toda su belleza y grandeza el sentido y significado de la masculinidad y la feminidad», subraya.
El neuropsicólogo infantil Nacho Calderón Castro, director del Instituto de Neuropsicología y Psicopedagogía Aplicadas (INPA) es más concreto: «En la adolescencia, sobre todo en varones, pueden surgir dudas sobre la orientación sexual, y más en estos días. Cuando preguntas a un chico que tiene dudas quién le atrae, en el 99 % de los casos es un varón con rasgos femeninos. Entonces, no le atraen los hombres; lo que pasa es que ha descubierto rasgos femeninos en él. Si desde el principio el mensaje que le damos es que ya es homosexual, puede dar un giro que no es real. En el caso de las chicas es menos frecuente, pero lo que está ocurriendo es que empiezan a tener relaciones sexuales muy pronto, pero se sienten insatisfechas afectivamente y pueden llegar a preguntarse si lo que les pasa realmente es que no le gustan los hombres».
Según Calderón, la ideología de género, «como mentira que es», genera «confusión» y, por tanto, «insatisfacción». En su opinión, sus efectos exceden la cuestión de la personalidad hasta llegar a la social. «Siempre la comparo, porque es un paradigma y origen de esta ideología, con el comunismo. El comunismo ha dado consignas que eran falsas y creó una sociedad que ha sufrido terriblemente y sigue sufriendo sus consecuencias. Como el comunismo es falso, cayó como un castillo de naipes, pero en el proceso hubo muchos damnificados. La ideología de género caerá porque la mentira no puede durar mucho, pero va a causar un daño evidente a la sociedad».
Alternativas
María José Mariscal es monitora del curso Teen Star, un programa sobre afectividad y sexualidad que tiene su base en la doctrina de la Iglesia. Ella lo imparte en Granada después de que el Arzobispado pusiese en marcha esta propuesta el pasado mes de diciembre. Trabajan con jóvenes de distintos centros, todos concertados, chicos que están muy influenciados por la ideología de género, y así se manifiesta en las sesiones de trabajo con ellos. En primer lugar, no reconocen que el hombre y la mujer son diferentes y, por ello, les explicamos que «sí lo somos, lo cual no significa desprecio ni discriminación, y se lo enseñamos a través de la anatomía, del funcionamiento del cerebro de cada sexo». «Y lo van entendiendo», añade, aunque reconoce que, en general, los adolescentes y jóvenes tienen «un cacao» con el tema de la homosexualidad. «Ellos ofrecen argumentos razonables como el de “si se quieren, qué más da” y, de hecho, preguntan mucho el porqué de la posición de la Iglesia en este sentido», apunta. Desde Teen Star, se les ofrecen respuestas desde la biología, el entorno en el que viven y en su experiencia personal concreta.
En una línea parecida trabaja la Fundación Desarrollo y Persona, que tiene un programa de educación afectiva y sexual basado en la Teología del Cuerpo de san Juan Pablo II y de las enseñanzas de la Iglesia, aunque como reconoce Eduardo Navarro, uno de sus profesores, «la propuesta no es estrictamente desde la fe». Eduardo hablará de ideología de género, junto a María Lacalle, en las Jornadas Nacionales de Vicarios y Delegados de Enseñanza, que organiza la Conferencia Episcopal Española del 2 al 4 de febrero, que abordarán de forma integral la educación religiosa en la escuela. Reconoce que la mayor parte de actividades las realizan en colegios católicos y parroquias, pero que también pueden ir a colegios públicos. Como a María José, el tema que más preguntas genera es la cuestión de la homosexualidad tanto en las sesiones con los alumnos como con los padres, con quien se tiene una reunión previa. «Debemos dar una respuesta desde la prudencia. Si alguien vive esto con confusión y le causa dolor, le invitamos a hablar con alguien y preguntar. Incluso se le puede acompañar de una forma personal».
Miedo y falta de libertad
Eduardo habla de prudencia a la hora de abordar estas cuestiones, lo mismo que Nacho Calderón, que afirma que si te posicionas contra la ideología de género y todo lo que se deriva de ella «estás señalado, te llaman homófobo… Te da hasta vergüenza combatirla». «Es un mecanismo bien pensado, como el cuento del rey desnudo. Si dices lo que estás viendo es que eres poco inteligente; por eso no dices que el rey va desnudo. Es asombroso el éxito que está teniendo la ideología de género a pesar de ser una mentira evidente», añade. María Lacalle recuerda que en las leyes aprobadas recientemente en nuestro país, en Madrid o Valencia, aunque les falta todavía un desarrollo reglamentario, recogen un régimen sancionador, que ya se ha aplicado al director del colegio Juan Pablo II de Alcorcón por criticar la ideología de género.
Un miedo y también falta de libertad que provoca que colegios católicos no se atrevan a dar una opinión pública sobre esta ideología contraria al ideario católico, así como a explicar cómo le plantan cara, tal y como ha podido comprobar este semanario después de varias consultas. Todo ello, a pesar de que, según explica Lacalle, también doctora en Derecho, llevar la ideología de género a la escuela va contra el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, así como contra las libertades de expresión, información y de cátedra, o las libertades ideológica y religiosa.
En Valencia, una ley que se está tramitando en las cortes autonómicas propugna, entre otras cosas, que se puedan retirar conciertos o sancionar a cualquier persona o entidad si no se acepta los postulados de la ideología de género. Sobre ella se manifestó Benigno Blanco, abogado, expresidente del Foro de la Familia, en el propio parlamento autonómico: «Hasta ahora, las opiniones sobre la sexualidad pertenecían al ámbito de la libertad de pensamiento e ideológica de los ciudadanos. De aprobarse esta norma, en la Comunidad Valenciana habrá una visión de la sexualidad asumida por el poder público y, en consecuencia, los ciudadanos que no comparten esa visión o ideología verán restringida su libertad de pensamiento y expresión en la materia. Este proyecto de ley es un peligro para las libertades dada la asunción de ese confesionalismo de género».
No a la discriminación, tampoco a la imposición
María Lacalle sostiene que lo que se está haciendo «bajo el paraguas de la antidiscriminación es imponer la ideología de género, establecer privilegios para dicho colectivo y violar la libertad de todos los que no compartimos esa ideología». «Creo que estamos de acuerdo en que no se puede admitir ningún tipo de discriminación injusta, pero hay leyes como la de Madrid que tratan de imponer una ideología y de reconocer privilegios al colectivo LGTBI violando derechos y libertades reconocidos en la Constitución». La profesora distingue aquí entre ideología y las personas: «Una cosa es defenderse de la imposición totalitaria y otra cosa muy distinta es el respeto a la persona y la actitud de acogida. Todos los niños deben ser acogidos y amados como Dios ama a todos y cada uno. Y los que viven situaciones difíciles deben recibir una acogida muy especial. Lo cual no quiere decir que haya que justificar cualquier cosa».
«Hay que luchar contra la discriminación –explicaba Benigno Blanco en la citada comparecencia– que pervive en la sociedad española contra los transexuales y otros grupos, pero sin pagar el precio de apoderar a los poderes públicos para abandonar su neutralidad ideológica interfiriendo en la libertad de pensamiento, ideológica, de educación y de creencias de los ciudadanos. Cuando se cercenan las libertades públicas no se acaba con las discriminaciones sino que se posibilitan muchas más. Para evitar el sufrimiento de las personas concretas en situaciones singulares lo mejor es dejar actuar a quienes se preocupan por amor de esas personas y no meter al poder político por el medio imponiendo criterios ideológicos a todos. La historia está llena del inmenso dolor que este buenismo político puede generar».