«La mano de La Habana es larga»
Un pastor evangélico relata cómo la mano represiva del régimen cubano llega incluso a los exiliados en Estados Unidos. Y explica por qué el castrismo teme tanto a la libertad religiosa
A pesar de un discurso público más aperturista en los últimos años, el régimen cubano ha endurecido la represión de la libertad religiosa. Esta denuncia le ha costado cara al pastor evangélico Mario Félix Lleonart Barroso.
Primero –relata a Alfa y Omega– fue «la vigilancia constante, el seguimiento, la coacción y la amenaza a mis feligreses o a cualquier persona que se relacionase conmigo por cualquier motivo».
«Las detenciones arbitrarias –prosigue– se sucedían cada vez que a quienes me monitoreaban les pasaba por su mente que yo podría dirigirme a algún lugar que ellos no admitiesen», o bien ante la visita de algún mandatario extranjero, incluido el Papa.
Cuando llegaron las amenazas de muerte, Barroso tuvo que tomárselas muy en serio, teniendo en cuenta otros casos como el de Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, fallecida en 2011 entonces en un hospital en muy extrañas circunstancias. O la muerte del fundador del Movimiento Cristiano de Liberación, Oswaldo Payá.
Así hasta llegar a 2016. «Mi exilio –dice– no es más que el resultado de un hostigamiento que, llegado el momento, me dio a escoger entre esa opción: o la cárcel o la muerte». Pero «con el exilio, ese hostigamiento se prolonga en nuevas fases y maneras». Porque «la mano de La Habana es larga», asegura.
Pese a vivir en Maryland, donde no existe «la invasión de agentes que pululan en enclaves cubanos como Miami o Tampa», el pastor sigue siendo «un objetivo de la Seguridad del Estado de Cuba», afirma. «Estoy convencido de que no me han quitado de su lista. De vez en cuando me lo dejan saber de diversas maneras. Ya sea deteniendo a un amigo cercano, como sucedió hace algunos días en Cuba», o incluso «contactando directamente conmigo bajo identidades falsas, como sucedió por ejemplo hoy mismo con alguien que me llamó fingiendo trabajar en el Consulado Español en Miami, lo cual, como he comprobado, se hizo con el objetivo de extraer alguna información sobre mí».
A eso se añade «la guerra cibernética desde la Habana» contra su blog, Cubano Confesante, con decenas de intentos de hackeo «casi a diario».
Miedo a la fe
Desde el blog Cubano Confesante, el pastor Mario Félix Lleonart Barroso denuncia sistemáticamente la represión de la libertad religiosa en la isla. En un reciente informe, ofrece numerosos detales del agravamiento de la situación en 2017.
El régimen cubano teme particularmente el efecto movilizador de la fe en una parte importante de la sociedad civil, explica. Además, añade, La Habana ha tomado buena nota de lo ocurrido en antiguos países comunistas como Polonia, con el movimiento católico Solidaridad, o con el activismo protestante en Rumanía, junto a otros casos como el papel de los monjes budistas en la dictadura Birmana. «Son advertencias que el régimen totalitario en Cuba teme», porque «sabe que lo que no ha podido conseguirse en el plano político puede estallar en el plano religioso».
Una estrategia que ha adoptado el régimen castrista es «crear estructuras religiosas controladas por el régimen, al modo de China», si bien el pastor es escéptico, ya que «es obvio que la implementación de ese modelo no conseguirá los resultados pretendidos». De entrada, por «las diferencias abismales entre Cuba y China, no solo desde el punto de vista religioso, sino también sociológicas, económicas, culturales…» Además de «la vecindad e influencia, también religiosa, de los EE. UU., que ha sido, es y será determinante en la historia de Cuba».
Hermandad en la persecución
Pero esta persecución ha tenido también algún efecto positivo, como el acercamiento de los cristianos de distintas confesiones que, «perseguidos por su fe en similares circunstancias», han sido capaces de «dejar a un lado las diferencias teológicas para brindarse apoyo y solidaridad».
«Hay libros testimoniales de Cuba sobre los campos de concentración cubanos denominados Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) que existieron entre noviembre de 1965 y junio de 1968, adonde eran llevados católicos, protestantes, masones, Testigos de Jehová…».
En esas circunstancias, ha habido multitud de casos de acercamiento entre personas de diferentes creencias y convicciones. El pastor cita libros al respecto como Tras cautiverio, libertad, de Luis Bernal Lumpuy; Moriré Libre, de Noble Alexander; El Evangelio detrás de las Rejas, de Reinaldo Medina; Al borde de la libertad, de Herbert Caudill; Misiles sobre Cuba, de Tom White; Y vimos su Gloria y Dios no entra en mi oficina, de Alberto González.
Todos ellos «relatan historias que ilustran esta comunión frente a la tribulación». Y muestran que «la persecución religiosa en Cuba ha sido un crisol que ha permitido la interacción entre las más variadas profesiones de fe».