La luna de miel de César y Paola: «Nos hemos ido de voluntariado a Costa de Marfil»
La pareja se casó el 1 de octubre y se fue al país africano con los viatores para ayudar en la Casa del Bebé. «Acogen a niños abandonados, desnutridos, discapacitados… Hay niños que son fruto de violaciones de niñas, con padres que han fallecido o que están en la cárcel»
Los destinos de la luna de miel suelen ser de lo más exóticos: Bora Bora, París, Bali, Maldivas… César Vázquez y Paola Orduna, que se casaron el día 1 de octubre, también decidieron cruzar la frontera para sus primeros días de convivencia matrimonial. Pero, en su caso, eligieron Costa de Marfil, un país que cuenta con resorts costeros, frondosas selvas tropicales e inmensas sabanas desérticas. Los nuevos esposos, sin embargo, no eligieron el destino por ninguna de estas razones, sino que se fueron allí, en su luna de miel, para hacer voluntariado.
«Llevábamos de novios casi diez años, y solíamos hablar de esta posibilidad». Tanto que «no nos imaginábamos una luna de mil diferente a la que hemos tenido». Y «cuando contamos esta inquietud que teníamos, el tío de Paola, Carlos, que es misionero viator en Costa de Marfil, nos invitó a ir allí», asegura César en conversación con Alfa y Omega.
Lo curioso del caso es que nunca antes habían tenido una experiencia así. «La verdad es que es la primera vez que hacemos voluntariado. Siempre hemos tenido la inquietud desde pequeños, pero nunca habíamos tenido la ocasión hasta ahora». El impacto fue tremendo. «Llegamos al aeropuerto y nos recogieron dos hermanos viatores. Te das cuenta directamente que es otro mundo. Ves la pobreza, el desorden y el aparente caos que hay», rememora Vázquez, que acaba de reincorporarse a su puesto de profesor.
Los esposos aterrizaron en Abiyán, donde pasaron la primera noche, y al día siguiente se trasladaron hasta Bouaké, destino final de esta particular luna de miel. Allí fueron acogidos en el Hogar Joven Viator. Su misión solidaria la hicieron, sin embargo, en la Casa del Bebé. «Es una casita que montaron en su jubilación un matrimonio de africanos. Acogen a niños abandonados, desnutridos, discapacitados… Hay niños que son fruto de violaciones de niñas, con padres que han fallecido o que están en la cárcel. Cada uno con una historia única y muy difícil de asimilar», asegura César.
La labor principal de César y Paola ha sido «acompañar a los pequeños, quizá darles de comer, jugar o bailar, pero, sobre todo, darles nuestro cariño. Son niños que tienen una carencia afectiva tremenda y ofrecerles una sonrisa o un abrazo es como un regalo para ellos, y también para nosotros. Te lo devuelven multiplicado por mil».
Una de las cosas que los niños de la Casa del Bebé han regalado al matrimonio es el hecho de «haber podido empezar la vida en común pensando en los demás». Al final, «el matrimonio implica olvidarse de uno mismo para entregarse a otra persona, y poder empezar nuestra nueva vida ampliando esa donación a otras personas nos ha renovado completamente», confiesa el marido.
Los esposos, por su parte, no solo han entregado a los pequeños su tiempo y su cariño; también les han regalado la música. «Ellos solo hablaban francés y nosotros no, así que qué mejor manera de comunicarse que con el idioma universal de la música», reflexiona César, que es profesor de esta materia y ha podido llevar a los pequeños una maleta entera repleta de ukeleles. «Les hemos cantado algunas canciones y ellos a nosotros. Y también les hemos llevado otra maleta llena de los regalos que nuestros alumnos han querido mandarles», detalla.
César y Paola cogieron el avión de vuelta el viernes 14 de octubre, y este lunes han empezado a trabajar, pero ya están pensado en cómo y cuándo volver al país. «Estamos dándole forma a un proyecto para poder ayudar a estos niños. Queremos regresar el año que viene, pero esta vez con más gente».
Mientras tanto, no se han desentendido de los niños. De hecho, no llevan casados ni 20 días y ya tienen a su primer hijo. «Hemos querido apadrinar a uno de los niños. Ha sido otro gran regalo que hemos recibido en nuestra luna de miel», concluye César.