La llamada: Divertida, ligera y pasando de puntillas… ¿o no tan de puntillas? - Alfa y Omega

Afortunadamente, de modo rápido se ve que es otro tipo inclasificable que liga bien con el contexto español de quienes fuimos a colegios católicos o nos desenvolvimos en dichos ambientes. Tiene así algo de parodia sobre el club juvenil y hasta parroquial de campamento, de ahí su frescura seguramente. Al final esta mezcla funciona bien, y lo hace porque el texto tiene gracia y contiene los adecuados guiños al público a diestro y siniestro, vamos a decirlo así, creyente y no creyente.

Los personajes, lo mejor de la obra, son muy creíbles; es más, están estupendamente hechos e interpretados. Hasta Dios (Richard Collins Moore) me ha parecido bien, y eso que lleva unas horrorosas chaquetas. Fantástico inicio de Dios bajando por las escaleras y cantándole a la protagonista. Honradamente, me parece que es actualizar a San Juan de la Cruz o a Santa Teresa, salvando todas las distancias evidentes que las tiene, muchísimas (ver más abajo).

La llamada parece pasar de puntillas, sin hacer sangre ni tampoco meterse en camisas de once varas -aunque al final se meta-, con cierto cachondeo, entre el me lo creo y no me lo creo. Al final todo vale y lo que importa es ser feliz si “Dios te llama” o lo que te llama es cualquier opción sexual, que es la conclusión, si es que hay alguna, de todo esto.

“Lo hacemos y luego ya vemos” es el lema de dos adolescentes, María (Macarena García) y Susana (Andrea Ros) que con la misma pasión e ingenuidad pueden dedicarse a salir de fiesta y a ponerse hasta arriba volviendo a las tantas, que a creer que Dios se te aparece personalmente y te canta en inglés canciones de Whitney Houston. O a descubrir que te has enamorado perdidamente de quien menos te lo esperas. Todo está en el mismo plano y no tiene mayores consecuencias. Todo es ligero, inteligentemente escrito, y sin mayores pretensiones – así lo parece o quizás lo pretende- que hacer reír. El poso que queda, y que tan bien se recibe en la platea, es esa conclusión de «todo vale si a ti te hace feliz».

La mirada de arrobamiento de Claudia Traisac en el papel de María lo dice todo, pero es que el resto del elenco también es excelente. Las dos monjas son de libro, amables retratos, ya digo que de campamento, una mirada muy parecida a la que muchas personas tienen de sus años de colegio a los que podemos mirar, en lo que a religión se refiere, sin críticas amargas, pero con algunas risas y con cariño desde luego. Gracia Olayo es Bernarda (la monja más tipo alférez, pero en el fondo buena), y Belén Cuesta, Sor Milagros, un encantador y precioso papel que ella interpreta estupendamente.

El musical tiene más chicha que la que parece, o también, quizás, menos, y precisamente por su ligereza (frivolidad para otros) tiene mucho de interesante y otro tanto de discutible o hasta enervante, y así se lo parecerá a públicos diversos.

La llamada no deriva hacia el sectarismo tan frecuente de quien ve este tipo de temas como imposibles e increíbles, o a las monjas (los curas, la religión, lo que sea) como eternamente perversos. Hay, por resumir el tema, mucha música que emociona, mucho sentimiento como lo viven los adolescentes, con mucho ruido a veces. Pero le falta la letra, que puede no entenderse. Como Macarena, como cualquiera, creo, que tampoco sabemos a veces muy bien qué quiere Dios de nosotros aunque le veamos en sueños.

Lo dicho: estupenda para pasar el rato como si fuera una parodia de un campamento o, como los llaman otros, convivencias, ya fueran monjas u otros laicos al frente.

No puede olvidarse que la puesta en escena con muy pocos elementos es genial. Tampoco nos olvidamos de esa banda que toca en directo (La banda de Dios) y que es realmente buena.

La llamada

★★★★☆

Teatro:

Teatro Lara

Dirección:

Calle Corredera Baja de San Pablo, 15

Metro:

Gran Vía

Hasta el 30 de diciembre