«La labor principal ahora mismo es la limpieza del barrizal que ha dejado la riada»
Hablamos con el nuevo delegado episcopal de Cáritas España, Luis Miguel Rojo Septién, sobre cómo están atendiendo la emergencia provocada por la DANA en coordinación con las autoridades locales
¿Cómo está actuando Cáritas España ante el mayor desastre natural que ha vivido este país y que ya ha provocado más de 200 fallecidos?
Desde el primer día de la DANA pusimos en marcha un protocolo de emergencia para ayudar y sostener a las Cáritas diocesanas de la zona en la identificación de las necesidades más urgentes. Establecimos además una campaña para canalizar la solidaridad de la sociedad española para poder responder a la demanda de ayuda de las Cáritas diocesanas afectadas, una vez que puedan realizar en el terreno un análisis de las necesidades más prioritarias en zonas como La Ribera, la comarca de Utiel-Requena, la Hoya de Bunyol y el Área Metropolitana de Valencia.
¿Cuáles son las necesidades más urgentes que estáis atendiendo?
La situación es diferente en cada zona y en cada pueblo. En Valencia, por ejemplo, hay poblaciones que siguen incomunicadas, sin luz, ni conexión telefónica y sin comida. Es muy dramático, pero hemos tenido que pedir que, hasta que las autoridades no abran las correspondientes vías de acceso, no se desplacen más voluntarios ni efectivos de otras Cáritas. La labor principal ahora mismo es la limpieza del barrizal que ha dejado la riada. La prioridad de algunas Cáritas parroquiales está siendo localizar a las personas que se encontraban en situación de vulnerabilidad para conocer su situación y poder apoyarles en lo que sea necesario porque ahora su situación es todavía más compleja. También estamos ofreciendo apoyo psicológico y acompañamiento. A veces basta una mirada empática en un silencio orante para decir «lo hemos perdido todo, pero estoy aquí sufriendo contigo». En Albacete, en cambio, la respuesta está siendo más inmediata. En concreto, en Letur, hay un equipo de Cáritas parroquial, perfectamente coordinado con los servicios de emergencia, ofreciendo comidas, desayunos y cenas. Cáritas gestiona el restaurante El búho en el trabajaban personas en riesgo de exclusión que está completamente destrozado por el agua. En este caso, al drama general, se suma también la pérdida de trabajo. En Jérez, donde el río Guadalete se ha desbordado, unas religiosas nos han cedido su casa para poder acoger a más de 20 personas.
Muchos de los voluntarios de Cáritas son también víctimas: se han tenido que sobreponer a su propio drama personal para después ayudar a otros.
Precisamente la gran riqueza que tenemos en Cáritas es que no tenemos que aterrizar con paracaídas en los sitios donde suceden estas calamidades, como otras hacen otras entidades que realizan intervenciones puntuales. Nosotros ya estamos presentes en los territorios. Es cierto, muchos de nuestros voluntarios se han visto afectados, han perdido su casa o peor aún a sus familiares o amigos. Nuestros voluntarios son parte del tejido social: estaban antes, están ahora y seguirán estando cuando ya casi no nos acordemos de lo que ha sucedido.
Hemos visto una ola de solidaridad en Valencia para atender a los damnificados. Pero las autoridades han hecho un llamamiento para contenerla…
En general, la sociedad española está respondiendo con gran generosidad. Pero en una situación de emergencia tan devastadora como ésta, la respuesta tiene que estar muy coordinada, porque si no se corre el riesgo de crear más confusión, por ejemplo, obstaculizando las vías de acceso a los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), de otras áreas del Ejército o de los Cuerpos de Seguridad y emergencia. Además, se pierde efectividad si cada uno va a lo suyo.