La JMJ Lisboa 2023 también se vive en la Base Naval de Portugal
Un grupo de 125 militares españoles y familias, peregrinos de la JMJ, se alojan en la base junto a delegaciones de Italia y Francia
La Base Naval de Portugal está situada al otro lado del Tajo, en la localidad de Almada, cruzando el puente 25 de abril. De noche, la vista de Lisboa, que va quedando atrás, es imponente. Acabamos de ser testigos de cómo Hakuna levanta pasiones en la Praça do Comércio —grupo invitado al Festival de la Juventud—, y nos dirigimos a la base porque en ella están alojados 125 peregrinos del grupo de 350 que han ido a la JMJ Lisboa 2023 con el Arzobispado Castrense. El más joven, un niño de 6 años, ya que también han llegado familias ligadas a parroquias castrenses de toda España.
Durante el camino, el taxista, Marcelino, se divierte observando a tanta juventud que abarrota la calle. «Nunca habíamos visto nada igual en Lisboa», aunque están muy acostumbrados a mucho turista, «españoles, muchísimos». Nos habla de la lucha que también tienen en la ciudad con los VTC, de que «es imposible vivir aquí» con impuestos al 23 % y nos dirige la mirada hacia el Cristo Rey que se alza sobre Lisboa, iluminado con los colores de la bandera portuguesa. «¿Usted cree en las apariciones de Fátima?», nos pregunta. «Aquí en Portugal, hay mucha gente que sí y mucha que no».
Es miércoles, 2 de agosto, a las 21:30 horas. El pater Iván Cote, delegado de Juventud y Vocaciones y capellán de la Guardia Real, había organizado junto a un grupo de colaboradores un vía lucis para celebrar la Resurrección del Señor. Están en la Plaza de Armas de la ETNA (Escuela de Tecnologías Navales), que es, dentro de la base, donde se alojan. Peregrinos de España (los más numerosos), pero también de Italia y Francia, que son los que duermen allí estos días, a los que se han sumado los de Polonia y Austria. Cuando llegamos, acompañados por un coche de la Policía de la Marina Portuguesa y otro de la escuela, están perfectamente cuadrados por países.
Es un acto religioso interejércitos, con el comandante de la escuela y los mandos a la cabeza, más los capellanes y arzobispos castrenses de cada país, a los que les une la fe y la fraternidad. Lo demuestra el intercambio de parches —las insignias de su unidad que llevan en el hombro— entre ellos. Preside la ceremonia una réplica de la cruz de la JMJ, que van portando cada uno de los países, por turnos, a lo largo de las 14 estaciones, en un recorrido circular en torno al patio.
El vía lucis, nos explica el pater de la base de Torrejón, es recordar los misterios de la Resurrección del Señor hasta Pentecostés, siguiendo los relatos evangélicos: el encuentro con María Magdalena y con los discípulos de Emaús, la fe de Tomás, la pesca milagrosa, el envío de los apóstoles o el envío del Espíritu Santo, entre otros.
Los españoles tienen asignadas tres de las estaciones. El acompañamiento musical lo hacen tres chicas jóvenes de la Academia Central de la Defensa, donde se forman para ser médicos militares, que interpretan, una de las veces, el tema Sencillamente, de Hakuna. Habíamos escuchado hacía un rato en la Praça del Comércio al mismísimo grupo cantarlo y, objetivamente, el coro de la base no desmerece en nada a los originales.
Cada estación se reza en el idioma del país, junto a su capellán. Algunos con sotana, otros uniformados. En este sentido, son muy diferentes las normas y costumbres en cada arzobispado. En España, solo tienen uniforme de trabajo, el de camuflaje, pero para los actos oficiales van con sotana o chaqueta con alzacuello. Al contrario que el portugués, que va uniformado (con el de su unidad) en los actos oficiales, como el del vía lucis, y en el día a día con chaqueta.
La cruz lleva a la luz
El acto religioso termina con la bendición por parte de cada uno de los arzobispos castrenses presentes en la base. Juan Antonio Aznárez, el español, recuerda a los presentes que en la vida hay traumas, tribulaciones, dudas, problemas, pero «somos invitados a vivir todo unidos a Cristo y a su Iglesia, y eso es lo que nos lleva a la luz».
El grueso de la expedición española del Arzobispado Castrense lleva en Lisboa desde el pasado lunes, 31 de julio; llegaron en autobuses desde Madrid. A los alojados en la base, la Marina portuguesa les ha cedido un buque con el que cada mañana cruzan el Tajo hacia Lisboa, y lo mismo hacen, de vuelta, por la noche. Está previsto que este viernes, 4 de agosto, llegue el grupo de triatletas del Ejército que vienen en bici desde Madrid, con su páter Serafín a la cabeza.