La «industria del engaño» y la IA amenazan la libertad de prensa

La «industria del engaño» y la inteligencia artificial amenazan la libertad de prensa

En el Día Mundial de la Libertad de Prensa, Reporteros Sin Fronteras denuncia que en siete de cada diez países no se dan condiciones adecuadas para ejercer el periodismo

Redacción
Libertad de prensa China
Un policía tapa una cámara de televisión en Shanghái durante el juicio contra el periodista ciudadano chino Zhang Zhan, en diciembre de 2020. Foto: AFP / Leo Ramírez.

Corea del Norte, China y Vietnam son los peores países del mundo para ser periodista. Así se desprende de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, que Reporteros Sin Fronteras ha hecho pública este miércoles en el Día Mundial de la Libertad de Prensa. En el informe, se recoge que las condiciones para ejercer el periodismo solo son buenas o satisfactorias en tres de cada diez países, en concreto un total de 52. Al contrario, son adversas en siete de cada diez. En 31 países son muy graves; en 42, difíciles, y en 55 problemáticas.

Según la entidad, en Corea del Norte «la Agencia Central de Prensa Coreana (KCNA), portavoz oficial del gobierno, es la única fuente de información autorizada para los medios de Corea del Norte». El periodismo independiente está totalmente prohibido, de forma que aunque algunas agencias de prensa extranjeras, AFP y Kyodo News, están presentes en el país, «operan bajo una estrecha vigilancia, que perjudica su capacidad para informar».

China es «la mayor cárcel de periodistas del mundo y uno de los principales exportadores de contenidos propagandísticos». En el caso de Vietnam, el tercer peor puesto se debe a la «caza a los reporteros y periodistas independientes» que lleva a cabo su Gobierno.

En el extremo contrario de la clasificación se encuentra por séptimo año consecutivo Noruega como mejor país para la libertad de prensa. Lo sigue Irlanda, primer país no escandinavo que llega al segundo puesto. Lo ha hecho adelantando a Dinamarca, que queda en tercer lugar.

Fuertes subidas y bajadas

Según el secretario general de RSF, Christophe Deloire, la lista «muestra una gran volatilidad, con subidas y bajadas importantes y cambios inéditos». La entidad lo atribuye a «un recrudecimiento de la agresividad del poder en muchos países» y a la «creciente animadversión hacia los periodistas en las redes sociales y en el mundo no virtual».

Algunos de los cambios más significativos son la subida de 18 puestos de Brasil, hasta el lugar 92. Esto se debe, según RSF, «a la marcha de Jair Bolsonaro, cuyo mandato estuvo marcado por una fuerte hostilidad contra los periodistas, y al regreso al poder de Lula da Silva, que ha prometido mejorar la situación».

Caso contrario es lo ocurrido en Senegal. Hasta hace poco era un modelo regional, pero en el último año ha caído 31 puestos, hasta el 104. En este país, han sido procesados dos periodistas, Pape Alé Niang y Pape Ndiaye. También ha habido un fuerte deterioro de las condiciones de seguridad para la prensa. África es el continente donde se concentran los mayores descensos en libertad de prensa. Otro ejemplo es Túnez, que retrocede 27 puestos hasta el 121 por la acción del Gobierno de Kaïs Saïed, «cada vez más autoritario e intolerante con las críticas a la prensa».

Según Deloire, las fuertes oscilaciones en la lista «también obedecen al auge de la industria del engaño, que da forma y distribuye la desinformación, al tiempo que proporciona herramientas para fabricarla». El informe de RSF recoge que en dos terceras partes de los países evaluados los expertos denuncian «la implicación de actores políticos en campañas de desinformación masiva o de propaganda, de manera regular o sistemática».

Guerra de propaganda

Uno de los factores clave ha sido el desarrollo de la inteligencia artificial. Por un lado, el programa Midjourney genera «falsificaciones cada vez más verosímiles e indetectables», como la de la violenta detención de Donald Trump. En cuanto a los textos, «la inteligencia artificial digiere contenidos y luego regurgita simplificaciones que faltan al rigor y a la fiabilidad».

Por otro lado, el informe señala directamente al propietario de Twitter, Elon Musk, que «está llevando al extremo una lógica arbitraria» y de censura, «demostrando que las plataformas digitales son auténticas arenas movedizas para el periodismo». Como consecuencia de todo ello, la cada vez menos clara diferencia entre lo verdadero y lo falso, lo real y lo artificial, pone en peligro el derecho a la información y debilita «a quienes encarnan el periodismo de calidad» y al propio periodismo.

Este entorno desfavorable resulta especialmente ventajoso para países como Rusia, que sigue descendiendo en la clasificación hasta el puesto 164. Al mismo tiempo que creaba «en tiempo récord un nuevo arsenal mediático para propagar el discurso del Kremlin en los territorios ocupados de Ucrania», en territorio ruso «los últimos medios independientes han sido prohibidos, bloqueados o declarados ‘agentes extranjeros’». En Ucrania, que está en el puesto 79, los crímenes de guerra de Rusia han resultado en una de las peores puntuaciones de seguridad.

Precariedad en España

España desciende cuatro puestos en la lista, desde el puesto 32 al 36, aunque solo pierde 1,34 puntos (de 76,71 a 75,37). Aunque está en el tercio de países con una situación al menos satisfactoria, hay elementos de preocupación. El principal, según el panel de expertos, es la precariedad económica, que se encuentra totalmente cronificada. Es en este ámbito donde nuestro país obtiene la peor puntuación, 60,33 puntos frente a los 63,38 de 2022.

Otro factor que explica el descenso de España es el empeoramiento de la situación legal y jurídica. Influyen en ello sobre todo las pocas expectativas de que se deroguen «los artículos más polémicos y perjudiciales para la libertad de información» de la llamada «ley mordaza». Su reforma era una de las promesas del Gobierno para esta legislatura, pero está bloqueada en el Congreso. «Tampoco han salido adelante otras reformas  para despenalizar los llamados “delitos de opinión” y, sin embargo, se han multiplicado acciones judiciales abusivas contra medios y periodistas».

«La fuerte politización de los medios de comunicación, cada vez más contagiados de la polarización que afecta a la política española», contribuye a erosionar la libertad de prensa. En positivo, «el clima sociocultural del país se halla entre los más favorables de su entorno y las agresiones a la prensa se encuentran en mínimos históricos y europeos». Con todo, se agravan la hostilidad y el acoso en las redes sociales.