La Iglesia y el Gobierno de Chile dialogan para integrar a los refugiados - Alfa y Omega

La Iglesia y el Gobierno de Chile dialogan para integrar a los refugiados

Un documental de la archidiócesis de Santiago relata el drama de los migrantes venezolanos en el norte del país, donde sufren robos, soportan temperaturas bajo cero y se enfrentan a la falta de oxígeno

María Martínez López
Una familia de migrantes en Colchane, con el paisaje del altiplano
Una familia de migrantes en Colchane, con el paisaje del altiplano. Foto: Arzobispado de Santiago.

«¡Mi hijo se está congelando y no puede respirar!», grita una mujer en medio del altiplano andino, cerca de la frontera entre Bolivia y Chile. Es la última etapa de un largo viaje, que comenzó en Venezuela hace meses o años, y que les ha llevado a recorrer también Colombia, Perú y Ecuador. La falta de oxígeno a 3.600 metros de altitud y las temperaturas bajo cero hacen mella en todos, sobre todo cuando llevan días caminando. Su angustia se mezcla en la pantalla con la de otra madre. En medio del páramo, sumido en la oscuridad, ha perdido de vista a su hija Allison, de 9 años.

La realidad que retrata el documental Esperanza sin fronteras, presentado hace tres semanas por la archidiócesis de Santiago de Chile, «es lo peor que he vivido en la vida», afirma entre jadeos una tercera mujer, que lleva a uno de sus hijos a caballito. «Pero todo sea por ellos». Algunos migrantes llegan a Colchane, el primer poblado tras cruzar la frontera, descalzos. Muchos, sin nada. Les robaron todo lo que tenían por el camino. O lo dejaron atrás para soltar lastre. «Lo poquito de líquido que teníamos era para los bebés», afirma un padre.

Chile
Población:

18,4 millones

Inmigración:

Oficialmente, medio millón de venezolanos

Muertes en la frontera:

27 oficiales desde 2020, pero se habla de «cientos»

La cinta iba a ser solo una memoria visual de la misión que llevó a cabo en el norte del país un equipo de cinco personas de la Pastoral Social y de Cáritas de la capital, entre octubre y diciembre. ACNUR les había pedido ayuda. Pero la experiencia «fue tan impactante» que los periodistas de los medios diocesanos quisieron aprovecharla, explica Jaime Tocornal, vicario de Pastoral Social.

La presentación coincidió con la puesta en marcha de una mesa de trabajo para promover la inserción laboral de los migrantes venezolanos. «Junto con la vinculación de los niños en los colegios, es la clave para su integración», asegura Luis Berrios, su coordinador, y secretario ejecutivo de Pastoral Social. El 25 de mayo se reunieron por primera vez representantes del Servicio Nacional de Migraciones y del Ministerio de Trabajo; agencias internacionales como ACNUR, la Organización Internacional de Migraciones y la Organización Internacional del Trabajo; la Cámara Nacional de Comercio, y la Confederación de la Producción y el Comercio. Y, representando a la sociedad civil, el sindicato Central Unitaria de Trabajadores, la organización Inmigrante Feliz y el Instituto Católico Chileno para la Migración.

1 Firma para la constitución de la mesa de trabajo, el 18 de mayo. Foto: Arzobispado de Santiago.

Un éxito de convocatoria que Berrios atribuye a que se invitó a cada uno de forma personalizada y «generando confianza» de que el proceso iba a ser «productivo», con «diálogo de muy buena fe» guiado por la Pontificia Universidad Católica de Chile «sin querer imponer una agenda a nadie». Además de la relevancia de los participantes, la mesa destaca porque a finales de agosto publicará «un documento con las propuestas y los compromisos que asume cada uno». Ya ha habido demasiados encuentros para diagnosticar el desafío migratorio. «Ahora es necesario acelerar el tranco, caminar más rápido», subraya Berrio.

Uno de los ejes en torno a los cuales girarán las conversaciones es cómo favorecer el empleo formal, estrechamente unido a la regularización. Muchos migrantes venezolanos se ganan la vida de forma precaria, lo que los hace especialmente vulnerables. Otra prioridad es buscar fórmulas para certificar los estudios que hicieron en su país de origen.

Protestas sociales

Tocornal cree que este es un buen momento para plantear alternativas. El Gobierno de Gabriel Boric, iniciado en marzo, ha paralizado las deportaciones masivas de indocumentados ocurridas en 2021 y está analizando la situación. El coordinador de la mesa también es optimista. Todos sus integrantes «han visto que la migración encauzada genera efectos positivos». Aunque, reconoce, «esto se dice poco públicamente porque no es algo muy popular». En el documental, los testimonios de los migrantes y de quienes los atienden se intercalan con imágenes de las protestas en Iquique, la ciudad más grande del norte, por el descontrol, la presencia de migrantes acampados en playas y plazas, y el aumento de la delincuencia.

Algunas voces exigen poner fin a la inmigración ilegal. La Iglesia no entra en la gestión de la frontera, una cuestión «técnica». Pero el documental recuerda que en el momento de grabarse estaba cerrada. Además, asegura un militar venezolano desertor, en su país «te rompen los documentos». Sin ellos, no se puede entrar de forma legal. El vicario de Pastoral Social de Santiago atribuye esta situación de «efervescencia» a que «el problema lleva ya años, el Gobierno no lo solucionó, y la gente se exaspera de tener una carpa frente a su casa durante meses».

Colchane, con 1.500 habitantes, ha estado haciendo frente a la llegada de 500 personas diarias. Tocornal ha sido testigo de cómo sus mejores defensores son las personas que también sufren el impacto de esta llegada, pero se ofrecen para ayudar, junto con los sacerdotes que «acompañan a la feligresía para que dé ese paso». En el resto del país, Esperanza sin fronteras «está ayudando a comprender que son refugiados», no «turistas ni migrantes oportunistas».