La Iglesia responde a los problemas de la Cañada Real con el Evangelio - Alfa y Omega

La Iglesia responde a los problemas de la Cañada Real con el Evangelio

En Cañada Real llevan 51 días sin luz por culpa de las plantaciones de marihuana, lo que está afectando a la salud de los vecinos del poblado chabolista. El párroco convocó una semana de ayuno y oración

José Calderero de Aldecoa
Foto: Parroquia Santo Domingo de la Calzada

Incendios, violencia, cortes de luz provocados por la droga, la pandemia de la COVID-19… La ya de por sí difícil situación en Cañada Real se estaba volviendo insostenible. Incluso los miembros de la comunidad parroquial de santo Domingo de la Calzada, situada en el corazón del poblado chabolista, «estábamos perdiendo la paz. Había mucha tensión», asegura el párroco Agustín Rodríguez.

Ante esta situación, había que actuar y había que hacerlo ya. Las opciones eran diversas: encuentros, charlas, reuniones…, pero el sacerdote optó finalmente por convocar una semana de ayuno y oración, porque «hay demonios que solo se van con estas herramientas», explica el sacerdote en conversación con Alfa y Omega.

Cercanía del arzobispo

La semana comenzó el 15 de noviembre con una Eucaristía presidida por el arzobispo de Madrid. «Don Carlos siempre me llama, me pregunta y está al tanto de lo que ocurre en Cañada». En una de aquellas conversaciones, «yo le conté nuestra iniciativa y él me dijo que quería estar presente».

El punto final se puso este domingo 22 de noviembre y el resultado es que «nos ha ayudado a serenarnos, a centrarnos, a reconvertir la mirada en una mirada que va desde los ojos de Jesús al corazón de Dios». Además, la iniciativa ha tenido repercusión también «en algunos círculos más alejados de la iglesia, en gente que sin embargo siente simpatía y un vínculo hacia nosotros».

Endemoniado de Gerasa

La semana comenzó con una reflexión a partir del episodio bíblico del endemoniado de Gerasa. «Nos preguntábamos “¿Qué asuntos de la realidad podemos identificar con la legión de demonios?” y salió a relucir el tema de los incendios, la COVID-19, los desencuentros cada vez más frecuentes o los cortes de luz», explica el párroco.

Sobre el tema de los incendios, «distinguíamos entre los físicos y los metafísicos». En Cañada Real «el fuego está muy presente. Con él se anuncian los puntos de venta de droga, pero también se utiliza en las chabolas. Muchas de ellas salen ardiendo». Incluso recientemente se quemó la cubierta de la parroquia o, tiempo atrás, «salió ardiendo medio poblado y se produjo una división de sus habitantes». Luego están los incendios metafísicos, porque «en Cañada también se quema la ilusión y se quema la esperanza».

La COVID o la brecha digital

La comunidad parroquial también ha reflexionado sobre la COVID-19, que recientemente ha dejado la tercera víctima en el poblado; sobre la brecha digital, que afecta a la infancia, por el tema de la educación online, o a las familias en su conjunto ante los distintos trámites que tienen que hacer ante la administración; sobre la violencia contra la mujer; o los desahucios.

Sin luz por la marihuana

Otra de las realidades en las que Agustín Rodríguez ve a legión detrás es en el tema de la luz. Los vecinos del sector 6 llevan 51 días sin suministro eléctrico. «Esto nos está haciendo daño en muchos niveles, también en el tema de la salud», confiesa Rodríguez. «Hay una niña, por ejemplo, que necesita una sonda para poder comer y si no hay luz no funciona».

El problema, «según nos comentan, es que se producen unas sobrecargas terribles en el tendido eléctrico» por culpa de «los grupos que se dedican al tema de las plantaciones de marihuana». Cuando esto sucede, «la compañía sigue suministrando luz, pero el autorregulador de seguridad hace que la luz se caiga», explica el sacerdote.

«Hay que buscar alternativas con la compañía para solucionar los problemas», opina Agustín Rodríguez, pero una de ellas «pasa porque la Policía haga su trabajo. Si lo hiciese, habría más posibilidad de que el consumo se normalizara y así las familias que no hacen un uso fraudulento del suministro no tendría que soportar 51 días sin luz», concluye.