La Iglesia responde a la guerra contra la droga en Filipinas con un centro de desintoxicación
El Papa ha pedido a los participantes del IV Congreso Mundial Apostólico de la Misericordia, que se celebra desde el lunes hasta mañana en Filipinas, que «continúen buscando y encontrando nuevas formas de expresar la misericordia de Dios» para «responder a los problemas sociales de nuestro tiempo». Es el mensaje que transmitió el martes el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon (Francia) y legado pontificio de Francisco para esta cita.
Así lo está haciendo ya la Iglesia en el país. Desde el principio, sus pastores han denunciado la violencia y las ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo dentro de la guerra contra la droga declarada por el presidente Rodrigo Duterte. En cinco meses, han sido asesinados más de 6.000 pequeños traficantes y adictos que trapicheaban con drogas. Además de denunciar los asesinatos, la Iglesia se ha movilizado para ayudar en su rehabilitación a los adictos que se entregan a la Policía para escapar de la persecución.
Hace unos días, la archidiócesis de Manila firmó un acuerdo con la Fazenda da Esperança, una realidad de la Iglesia dedicada a la rehabilitación de toxicómanos. Las fazendas, que ya tienen varias granjas en Filipinas, colaborarán con la archidiócesis de Manila para poner en marcha un nuevo centro de desintoxiación a las afueras de la capital. Este centro formará parte del programa de rehabilitación y reinserción Sanlakbay –forma abreviada de su nombre: Recomenzar una nueva vida bajo la mirada de Dios–, que Cáritas Manila puso en marcha en octubre tomando el testigo de la labor de varias parroquias. Durante la firma del acuerdo el 8 de enero, el arzobispo de Manila, cardenal Luis Antonio Tagle, animó a los drogodependientes a «no desaprovechar la bendición de esperanza que el Señor os envía. Él está siempre con nosotros. No le tengáis miedo».