La Iglesia reclama a los países donantes para Siria que levanten las sanciones
No puede condicionarse la ayuda a la reconstrucción a que haya un cambio político, reclamó el director de L’Oeuvre d’Orient en un acto previo a la VII Conferencia de Donantes de Siria que se celebra en Bruselas
En Siria, «la vida se vuelve más difícil día a día. No tenemos electricidad, no podemos comprar lo necesario, todo está muy caro». Quien ofrece este testimonio, no por ya conocido menos terrible, es la hermana Samia, una religiosa siria. Según datos de la Dirección General para las Operaciones Europeas de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la UE (ECHO), el 97 % de los sirios está por debajo del umbral de la pobreza, y casi 14 millones de personas sufren inseguridad alimentaria. Siete millones están desplazados internamente y 2,5 millones de niños no van al colegio.
Con todo, en el país «tenemos un problema mayor» que sus muchas necesidades materiales, añade Safir Salim, del Christian Hope Center. Se refiere a la falta de esperanza, que hace por ejemplo que el país se vaya a quedar casi sin cristianos. «En Alepo, hace unos años había 40.000 familias cristianas; ahora son menos de 11.000». Señaló además que en los últimos años la cifra de quienes emigran está subiendo y acercándose al pico de refugiados de 2015.
La hermana Samia y Salim fueron dos de los sirios que dieron testimonio el pasado lunes en el acto Siria. Desafíos humanitarios y de desarrollo para los actores religiosos, organizado en Bruselas por la Comisión de las Conferencias Episcopales de la UE (COMECE), L’Oeuvre d’Orient y Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). El acto pretendía poner el foco en la dramática situación de la población siria, y de los cristianos en particular, de cara a la VII Conferencia de Donantes de Siria que ha comenzado este jueves.
1.500 millones de euros
Esta cita de la comunidad internacional reúne un año más a diversos países, entre ellos Turquía, Líbano, Jordania —los que más refugiados acogen— además de a las Naciones Unidas. De hecho, su secretario general, António Guterres, espera recaudar más de 11.000 millones de dólares (10.075 millones de euros).
En la inauguración, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha confirmado que, como prometió el año pasado, la Unión Europea concederá 1.500 millones de euros de ayuda humanitaria en 2023 para ayudar a los sirios que sufren las consecuencias de la guerra y a los refugiados en los países vecinos. Sin embargo, la ayuda prevista para el año que viene será menos de la mitad, 560 millones.
Para las entidades cristianas que convocaban el encuentro del lunes, no es suficiente. «Aquí en Bruselas trabajamos constantemente para eliminar las sanciones contra Siria e intentar que no se cobre más víctimas entre la población civil», subrayó Marcela Szymanski, responsable de Incidencia ante la UE y la ONU de ACN.
Contra las sanciones
Más tajante aún se mostró Pascal Gollnisch, director de L’Oeuvre d’Orient. Incluso entró en una educada pero clara discusión con Armelle Lidou, directora general adjunta de la Dirección General de Política de Vecindad de la Comisión Europea. Lidou compartió la visión de la UE: una transición política «es condición sine qua non para la reconstrucción del país» y para que la UE ayude a la misma.
En términos similares se ha manifestado este jueves Borrell al insistir en que actualmente «no se cumplen las condiciones» para que los 27 cambien su política hacia el régimen sirio. El alto representante de la UE ha subrayado la necesidad de una salida política negociada a la guerra, y ha condenado la decisión de la Liga Árabe de volver a admitir al presidente sirio, Bashar al Asad, en la organización.
«No podemos seguir diciendo que tiene que haber un cambio político», subrayó Gollnisch el lunes, calificando de «simplificación» la idea de que en la guerra de Siria «solo hay un malo». Europa lleva pidiendo cambios políticos doce años, y «nada ha cambiado ni nada va a cambiar». Esa estrategia «no está funcionando», insistió.
«No podemos ver cómo la gente sufre y decir que no podemos hacer nada hasta que haya un cambio político». Por ello, pidió «a los gobiernos y a la UE que analicen el impacto de las sanciones para ver si han cumplido su objetivo». Y explicó que a pesar de que «la UE eliminó algunas sanciones contra Siria» a raíz del terremoto, en el sistema bancario persisten bloqueos que hacen que «no podamos enviar ayuda humanitaria».
En el encuentro organizado por COMECE, L’Oeuvre d’Orient y ACN, se escucharon los testimonios de varias entidades cristianas locales que con su ayuda tratan de mejorar las condiciones de vida del pueblo sirio, y en particular de los cristianos. El Christian Hope Center atiende a 35.000 jóvenes en todas las regiones del país, y les ofrece formación profesional y ayuda para empezar un negocio. El hospital y centro Seneve, de la hermana Samia, atiende a 150 niños con discapacidad. También han ayudado a reconstruir 28 casas en Homs.
Michael Köhler, de la Dirección General para las Operaciones Europeas de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la UE (ECHO), no tuvo más que buenas palabras para la labor de las organizaciones religiosas. «Como donantes estamos muy interesados en la localización, en trabajar por la gente y con la gente», un objetivo para el que las organizaciones religiosas son un gran aliado. «Su conexión con las comunidades es lo que marca la diferencia». Además, «en nuestra experiencia tienen un desempeño excelente», e incluso «pueden enseñarnos el camino» para que la ayuda sea lo más eficiente posible y se aproveche bien cada euro.
A esta ventaja el representante de L’Oeuvre d’Orient en el Líbano, Vincent Gelot, añadió que en algunos casos las organizaciones cristianas «tienen más libertad». La gente que trabaja en ellas, explicó, «lo hace bajo la protección de congregaciones religiosas y diócesis, que son sus representantes ante las autoridades». Por eso «pueden llegar a sitios donde otras instituciones, incluida la UE, no puede».