La Iglesia quiere acompañar a los monasterios que se vacían
Se ha presentado este lunes la instrucción Cor orans, que desarrolla la constitución apostólica Vultum Dei quaerere. En ella se recoge que, cuando un monasterio solo tenga cinco religiosas con votos solemnes, la Santa Sede nombrará una comisión para estudiar su futuro y ya no podrán elegir superioras
La esperada reforma de la vida contemplativa femenina dentro de la Iglesia ya tiene hoja de ruta: Cor orans, «corazón orante». Así se titula la instrucción, presentada este martes, que concreta lo esbozado en 2016 en la constitución apostólica Vultum Dei quaerere («buscar el rostro de Dios»). Entre las novedades más significativas del documento, están las orientadas a cómo abordar el futuro de los monasterios que se vacían.
La Iglesia busca, sobre todo, acompañarlos a este «número sustancial de monasterios» mientras toman «conciencia de su propia realidad» y sus posibilidades reales de supervivencia. Para ello, se establece que cuando no haya más de cinco profesas con votos solemnes, se informará a la Santa Sede y esta nombrará una comisión para estudiar el caso.
A estas comunidades se les ofrece también afiliarse a monasterios con más vitalidad, como apoyo a este discernimiento y ayuda «para superar las dificultades» o preparar el camino hacia su supresión.
Monasterios que mueren… y que nacen
El secretario de la Congregación, monseñor José Rodríguez Carballo ofm, secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, ha subrayado especialmente esta novedad. Es «preciosa –ha subrayado–, porque permitirá a muchos monasterios en dificultades ser acompañados y apoyados por otras comunidades más florecientes, si se abren con espíritu de fe y de comunión a esta posibilidad de ayuda fraterna».
El nuevo documento también pretende que se haga un seguimiento más cercano de las nuevas fundaciones. Así, se estipula que el plazo entre la formación de una comunidad y su erección canónica no debe superar los 15 años. Además, para que esta pueda realizarse, hará falta que haya al menos ocho monjas con votos solemnes.
Si se excede este período, la Santa Sede intervendrá para decidir si se sigue adelante con este proceso o no. Se pretende con esto que los monasterios sean verdaderamente «realidades vivientes y significativas, evitando prolongar las experiencias que no tienen posibilidades razonables de futuro», ha explicado monseñor Carballo.
Eclesiología de comunión
Esta opción es una muestra más de la apuesta por promover una «eclesiología de comunión» también en la clausura. La instrucción determina que, en el plazo de un año, todos los monasterios deberán –salvo dispensa– pertenecer a una federación. De no ser así, serán vinculados a una. Monseñor Carballo ha explicado que se pretende así evitar los «muchos problemas» que en algunos conventos han causado años de aislamiento.
En este mismo sentido, se refuerza el papel de las presidentas federales, que a partir de ahora serán covisitadoras de los mismos, junto a los obispos. Entre sus funciones, Cor orans destaca su responsabilidad sobre la formación, tanto de las candidatas como de las propias formadoras de estas.
Nuevas etapas formativas
La última parte del documento profundiza en la formación, e introduce novedades como las etapas de aspirantado y postulantado. Si bien algunas congregaciones ya tienen estas etapas previas a los dos años de noviciado, el Código de Derecho Canónico no las incluía hasta ahora.
De la primera, solo se dice que es una fase de «primer conocimiento del monasterio por la candidata» y viceversa, y que tendrá una duración de un año prolongable a dos. Deja en manos de la superiora mayor decidir cómo se llevará a cabo este período, que combinará tiempos en comunidad y otros fuera del monasterio. El postulantado, por su parte, tendrá la misma duración pero durante el mismo las candidatas ya vivirán en el monasterio y seguirán las prescripciones de la maestra de novicias.